martes, 21 de mayo de 2013

dríade


no soy yo un fulano Peter Pan,
quiero decir que ando bien atado a mi negra sombra,
que hace ya demasiado que crecí y es seguro
que amarilleé inevitable como un cuento en un estante,
que yo no vuelo mejor sobre las peores pisadas de nadie
como no cacareo en jarras subido en camitas de Wendy
a exhibir una infancia que no volverá.

no soy yo un fulano Peter Pan,
quiero decir que yo soy arrastradamente yo y yo tan sólo,
que ando sin vuelo libre bien atado a mi negra sombra,
la misma que a tu lado amarillea de polvitos de hada,
luz que exhibe que mi infancia acaso no vuelve
porque acaso nunca se fue.

que yo ando bien atado a mi negra sombra,
bien atado a esta sombra larga y negra tan parecida a mi propia silueta.

aléjate de mí, mi niña dríade, y lo verás.

que esta sombra negra y larga tan igual que mi silueta
no quiere ser en mi poema esa segismúndica bolita con cadena,
quiere ser obligado vestigio oscuro de tu blanca luz.


miércoles, 15 de mayo de 2013

non fuyades, cobardes y viles criaturas

a Nuria D. Valero, tan bella y tan Quijana


Tú te bates, amor, en la mitad de un lluvioso páramo de abrojos de paz, sin guantes vas zarandeando a la tormenta que cala el túetano del hombre sin poder tocarse, y ese relámpago del que así desnuda tiras fuerte como una soga de refulgente voz atada a la desnuda Verdad acaso sea tan sólo esa cortina que opaque vestida de luz blanca la estruendosa voz de un Dios oscuro. Pero no desistas, desnuda no desistas, mi niña, y así ya esos molinos del páramo revelen de tus punzadas y golpes en sus fríos y cinéreos muros cien rojizas y cálidas equimosis de gigante Briareo. Que así sudada y agotada tirando estocadas a los vientos vas sin saberlo abriendo heridas de sencillo aire limpio en la mitad de esta distinguida niebla de metano y argón, que vas sin saberlo hiriendo de tiempo al infinito mientras lloras errar su perenne corazón de acero. Y mientras lloras y caes de bruces y luego te yergues para llorar y caer de nuevo, ese invencible enemigo incorpóreo que es la vida va conmovido creyendo poco a poco en tu cruzada y así se muestra confiado a la vista de todas estas ciegas y envainadas espadas que en el cinto de los cobardes ya pugnan por salir y romper de  tímidos himnos acerados el silencio.



martes, 14 de mayo de 2013

latido


Hay atrás de aquí, allá donde tanto salgo a diario a salirme de todo, un callejón que hace mucho tiempo perdió su uso. Bajo un viejo farol sin su bombilla acallado, una corta acera de balsosas quebradizas y quebradas que termina su curso en un pequeño patio de tierra donde hoy crecen cenicientos los plataneros. Por entre el cemento, entre baldosa y baldosa gris, se abren camino pequeños brotes verdes y brillantes como imposibles aguas de desierto. No sé, mi niña, hoy quiero decirte tantas cosas cuando no estás aquí, ni atrás de aquí, sino tan lejos.

Esa preciosa hierba de esa quebrada acera que no va a ninguna parte. Cuando tomas mi mano en nuestro lecho cuando la luz se ha ido y sonríes, tan poco, pero sonríes.



lunes, 6 de mayo de 2013

de niños y cuevas


De niño me encantaban aquellos agujeros tan oscuros, esas cuevas ahondadas en las montañas más allá del parque que ululaban y seducían con voz de viento, esas sensuales grutas ignotas frente a las que uno jugaba excitado y a solas sin permiso de papá y mamá. Esas cuevas que al final de la tarde parecían preciosas soledades circulares de sombra en la mitad de un cuadriculado tumulto de luz, puertas aparentes que conducían a lo otro, conducían a lo secreto y recóndito y acaso mejor. Esas cuevas que por pura invisibilidad de su fondo son a ojos de un niño observador cuevas insondables. Un niño es muy cobarde ante un negro tan profundo y vuelve siempre a casa diciendo que mañana sí, que mañana cuando vuelva exploro. Un niño duerme esa misma noche y sueña con la cueva, con su vientre de cosmos, y a la mañana no recuerda nada de lo soñado por lo bien que ha dormido y cuando años después ya es un hombre que duerme poco piensa en aquella sombría cueva en la que nunca entró por permanecer a salvo en lo que puede verse a plena luz, justifica iluminado su propio ocaso.

Quiero decir con esto, mi vida, que soy un niño valiente. Que te amo mucho más que a este mundo aparente que puede verse a plena luz. Que a través de ti puedo ver lo profundo a pleno tacto.