miércoles, 3 de septiembre de 2014
campo de Montiel
los árboles son allá tan bajos, me parece que copan el campo de copas de árbol
hasta que todo es copa, árbol y campo a un tiempo,
árida y homogénea mixtura entre lo que se alza y lo que se arrastra
tan distinta a lo que Machado inventaba como pompas de jabón,
mirar por la sucia ventanilla del talgo entonces
es como mirar el soslayo de la alfombra de uno estirado en el suelo del salón,
todo lo que existe en el mundo
es el mundo mismo en el que impacta el cuerpo adormecido,
mira qué callado tacto del ínfimo todo,
y es obviamente terrible, me parece, mirar tras la ventana de un tren y ver,
tras el polvo, carente de oblicuidad, la nada.
pero sabes también que yo siempre digo que ya sabes que yo siempre dije,
y así es,
que yo procuro mirarte a vos tan sólo, tanto más da si es vos antes que tú,
y también cuando duermo o me desmaya mi riñón indómito,
y también bajo la ducha con los ancianos párpados amortajados en jabón,
y también cuando no, aún especialmente entonces,
así voy restándole pompa y drama a que allá los árboles sean tan, tan bajos,
que dejando ver todo no pueda verse entonces nada.
por aquello de que yo siempre estuve, estoy, mirándote a vos,
me parece que hasta cuando vos no estabas,
especialmente entonces y para siempre especialmente,
lo que es especialmente bonito, también en Montiel,
árida y homogénea mixtura entre lo que se alza y lo que se arrastra
tan distinta a lo que Machado inventaba como pompas de jabón,
mas donde estás vos, especial y tan distinta a todo.
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