lunes, 1 de octubre de 2012
como si verdaderamente un ángel
La ciudad. Un sol hace arder el asfalto.
Hay un perro envejecido,
cojo, castrado y habitado por vertiginosas pulgas festivas,
guarda en celo un pelaje limpio suyo del antes
bañado en sangre entre aquellos cubos de basura,
se lo arrancó a dentelladas él mismo
la tarde en que le dieron un nombre inscrito a la plaquita plata de una correa.
Un ángel se acerca
como si verdaderamente un ángel;
si se acerca el ángel, muerde a matar el perro envejecido
enseñando los dientes lo más que puede entre babas amarillas
luego de haber herido de inocuas dentelladas al aire
el transparente pecho del ángel que no retrocede,
las manos tendidas invisibles
al callejón
mostrando entre ellas la holografía
de un pedazo de Tierra donde llueve tenuemente sobre árboles altos
con sombras que son recodos y luces que son imposibles...
La ciudad. El tiempo hace arder el asfalto.
El calendario es una ametralladora que huele a pólvora y carnicería.
Los días dejan tras de sí un rincón entre los cubos de basura
que albergan el pelaje limpio de un perro
bañado en sangre seca y azulada
entre lo sobrante de la ciudad y lo que ésta ya ha vendido,
las rameras que fuman en el callejón
enseñando los dientes lo más que pueden
disimulan lágrimas, muerden sexos y besan fotografías de papá,
miran el pelaje del animal arrancado de raíz
abandonado entre abandonos y cuentan billetes
como si verdaderamente un ángel,
dicen: ya el Dios cabrón no se apiadó ni de los perros.
La ciudad. La escarcha hace arder el asfalto.
Tiendo las manos a los callejones
como si verdaderamente un ángel,
muestro entre ellas la holografía
de un pedazo de Tierra donde llueve tenuemente sobre árboles altos
con sombras que son cuartos y luces que son mujer.
Los callejones son jardines, los perros envejecidos duermen bajo un techo.
Hay un nombre de ella que no está inscrito en una correa.
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Ahora sí que sí! (sonrío) porque me encantan los perros y los callejones que son jardines...
ResponderEliminar¿porqué decir su nombre?
¡Precioso!
Un beso
P.D ya iba a coger fama de llorona y de "doliente" (continúo sonriendo)
Hacerte sonreír le da sentido a todo esto. Muchas gracias, Nagore. Es bonito saber que las palabras aún sirven.
EliminarMejor los perros sin correa y que los nombres se graben en el alma(Uy...).
ResponderEliminarMe ha encantado esa frase, como un mantra, "como si verdaderamente un ángel".
Besines!
Los nombres se graban en el alma, sí. A veces son obituarios que a su vez son poemas que a su vez son cicatrices que son letras como son conejos o cisnes aquellas nubes de nata.
EliminarComo si verdaderamente un ángel, Capitán, hay ciertos rostros. Un beso.
mira amigo: llevo leyendo tus últimas entradas y son buenas, pero me faltas. quiero decir, que te veo, sí, pero borroso, como si me faltara la vista. pero también sé -y aunque tú no aun no lo sepas, yo sí- que llevas ahí dentro uno de los gordos, uno bueno, uno de los grandes y que sólo te queda escribirlo. un fuerte abrazo amigo. te quiero.
ResponderEliminarSí lo sé, que llevo algo gordo aquí dentro, uno de los grandes y que sólo queda escribirlo. Exacto, ya sólo queda eso. No sirve para nada más.
EliminarOtro abrazo, tete. Cuídate, anda.
El perro de mi texto ha movido la cola, porque ha olido el culo de tu perro y supo que nada está perdido, que estamos en una galaxia con nombre de poeta, con dentelladas de fuego eterno llamado poesía y un tornado de palabras bellas que llevan por apellido Alcalde.
ResponderEliminarSe te abraza.
Un tornado de palabras bellas que llevan por apellido Alcalde... Ya sólo me faltaba un hijo bastardo, Sarco.
Eliminar¿En Chile también nieva?
No, sólo llueven refrigeradores.
ResponderEliminarY tú sin paragüas, weón... Como los boinas verdes.
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