lunes, 13 de abril de 2015

como un niño


Acaso este sentimiento infantil es semejante
al que lleva al gato a arañar la puerta en bucle sabiendo que no abre,
mas la puerta abre, amor, sabes que abre,
qué lindo que abran las puertas y más que abran no porque arañe el gato,
y que sea ese ovillo tan ocioso y tan de ternura
y tan poco que ver con las pérdidas de tiempo.

Fíjate que recorto el discurso en rallitas parecidas
porque sé que te enloquece la poesía,
lástima en lo digital, que fastidia las manualidades,
mas si vos lo imprimís te lo doblo acá y allá y te hago una flor,
o el origami de un unicornio o una cunita espaciosa...

...y luego está ¿porqué cruzó la calle la gallina?,
que era todavía más sencillo que el trámite de andarse al otro lado,
¿qué otro lado, amor?, ¿podés creer qué tontería?...
ahora que me rasco me doy cuenta, simple de mí,
mirá qué fácil:
que el gallina cruzó la calle para estar contigo.