sábado, 29 de diciembre de 2012

yo soy un hombre pequeño


Yo soy un hombre pequeño no de grandes hazañas,
no he matado nunca un grifo, una quimera ni un dragón,
por mis manos no han pasado los países que paísan,
sí los que caben en un cuarto.

Yo soy un hombre pequeño, amor, que cabe en un cuarto.

Confieso a veces refugiarme en tu regazo,
yo soy un niño frágil que en la mitad del verano
busca de los lindos abedules en sus faldas lindas una linda sombra.
Qué fresquito hace en la sombra linda de los lindos abedules en verano,
qué calorcito en invierno si los lindos abedules, amor, son tú.

Yo soy un hombre pequeño no de grandes búsquedas,
ví el Dorado una vez salir tarde con el tren que pronto salía,
el sendero de baldosas amarillas tantas veces llevó a Kansas gris,
a ti te encontré en una estación de autobuses en la que no esperaba autobús.
Yo soy un hombre pequeño que no espera nada,
no de grandes esperas, no de grandes hallazgos, ni tierras de mí,
no de grandes poemas, no de grandes palabras,
yo soy un hombre pequeño que compra su lápiz en la tienda de lápices.

Confieso que a veces finjí que fui hombre no pequeño sino así así,
normal, casi grande o acaso alto casi apuesto
y dije que subí tantas veces a poner banderitas de EEUU en los coños,
que metempsicosis, solipsismo, ineluctable, que parhelio y hasta tráfago,
y dije sexo y dije oscuridad y erupté bukóswkico y luego sonreí
solamente con el lado bueno
que es este de acá prostituído, el que apesta a vergüenza.

Pero yo soy un hombre pequeño que no sirve para grandes tallas
pues parezco así un crío insoportable disfrazado de su padre.

Yo soy un hombre pequeño, amor, que cabe en un cuarto.
Y tú -cuando te desvistes de todo lo que apenas tiene que ver contigo-
eres mujer pequeña que si quiere cabe también conmigo en ese cuarto
y en el cuarto: nuestro amor es lindo y bueno y es tan grande.

jueves, 27 de diciembre de 2012

llegará la noche y anochecerá


Llegará la noche y anochecerá
porque la vida anochece a veces,
que también en la aurora oscurecerá,
que también en la mañana oscurece.

Llegará la noche y anochecerá,
porque la vida a veces anochece,
mas a tu lado, mi amor, la luz arraizará,
a tu lado la luz es noble y permanece.

Llegará la vida y anochecerá,
ya la aurora se derrama entre mis dedos,
ya de muerte mi mañana despunta,
mas amor, te lo ruego, tú no oscurezcas nunca.


lunes, 24 de diciembre de 2012

la correspondencia


Querida Lola,

en este civilizado geriátrico los anhelos son copos de nieve que pretenden habitar la brasa de una hoguera. El futuro es humo leve de manos decrépitas, las horas son ya de nadie y yo fuertemente de ti, ya sabes, al caer la noche y la primera luz, cuando mi carne huele a mantequilla y tu carne a pan recién horneado, de ti siempre, ya sabes, fuertemente... ¿Sabes que ayer soñé con árboles frutales que afloran en el infierno congelado para dejar caer sus frutas coloradas y maduras como corazones sobre la hierba fresca que arde en el edén?. Hay cosas, amor, que nacen muertas en la cicatriz y van como milagrosos salmones a resucitarse a la herida. Mi amor por ti, tal vez, sea lo hermoso que no quiso el daño de mi vida y que hoy lamo sediento como el rocío que acumulan en la estepa flores heladas de exagerados pétalos, rocío que sacia la sed de un lobo abandonado en su laberinto de cipreses donde el cielo, Lola, es otro ciprés. Mi amor por ti es exageradamente romántico, cariño, y es verdad en cada una de las butacas del teatro y también en su escenario artificialmente iluminado de palacios y castillos de cartón. Mi amor por ti no es un amor que lleve amor por nombre, es algo que yace ruinoso en la punta de aquella colina de fantasmas que blanquea de luz la noche y que es más hogar que los hogares pese a no tener techo ni ventanas ni chimenea ni trastos ni sus doce moneditas de plata... Una ruina presente que alberga bajo su cimiento un mar de hermosos pedacitos de historia antigua, el legado todo de nuestro futuro, amor. El futuro juntos, Lola. Otra vez el pleonasmo. Tú llegaste cuando la fiebre, cuando mi carne ardía atada al mundo y llegaste desvestida por entre el fuego como una bruja o una santa que no entiende de inquisiciones ajena a la llama desatando los nudos, besando el poste y la leña para hacerlos campo de amapolas, para hacerlos vida. Desataste la vida de mí para encadenarme a ella, eso hiciste, bruja o santa, desataste el yo de mí para encadenarme a este nosotros que se llama libertad. Hay cosas, amor, que son libres entre cuatro paredes muy juntitas, muy pegadas. Hay cosas, amor, que tienen que ver contigo y a las que yo llamo todas las cosas todas con una sonrisa en la cara. ¿Sabes que ayer soñé que tus ojos glaucos son un telescopio caleidoscópico que dice que hay vida en la Tierra? A veces te abrazo sin ánimo de soltarte y tu calor es el de una cuna infinita. A veces tu olor es de flores malitas de sal y de lluvia buena. A veces te amo y es como si amar fuese de pronto importante. Como si hubiese enloquecido y esto de quererte fuese lo primero de entre todas las importancias. Yo no quiero ser jamás sensato, amor. Déjame que aúlle contigo. Déjame que delire incurable adentro tuyo, tomar tu mejilla como un cáliz, tomar tus labios como aliento, tomar de tu latido nuestra canción preferida, tomar de tu sexo el agua y los campos, enterrar entre tus muslos mi vida entera y esperar que nazca ese árbol frutal de la hierba que arde en el edén para dejar caer su fruta madura sobre todas las cosas con nuestros nombres...

Te amo tanto, Capitana, que la poesía es sólo un eco de aquellos gritos a barrancos como hembras de aire. No escuches nunca en más intensidad mis alaridos que mi silencio, cierra los ojos y pon atención, pues mi alarido es acaso mera palabra y mi silencio es hablarte.

Siempre a ti, Lola. Solamente a ti por siempre.

Jesús

miércoles, 19 de diciembre de 2012

chorradita del montón

Hipérbaton de mi Lolita,
que los diccionarios
mucho más hiperbonita


Te agradan tanto las palabras, corazón,
digo adorar a ti y obvio pleonasmo digo,
que tú alejada es el oxímoron de la aproximación,
cuando hago acopio del para siempre contigo
mera perogrullada de poeta del montón.

Sabes, amorcito, que mis mejores palabras
han sido siempre callados no decirnos nada,
a saltitos por las habitaciones como cabras
yo un montón enamorado, tú un montón enamorada.

martes, 18 de diciembre de 2012

pensar constantemente pensar


Pienso a veces de mis brazos una casa para ti,
-a veces habrás advertido que mis brazos una cueva nuestra
tan de techos altos como tú prefieres al perder suelos y paredes
sobre las que una eternidad rupestre-
muy poquita cosa donde todo cabe si nos apretamos, amor, ven...

Cuando sentada surcada de juicios tras los lentes de antifaz
las piernas cruz sobre el rociado tesoro de los sofás
habrás notado que mi rostro es un espejito mágico
que dice una verdad de ti, amor, tan subjetiva que absoluta.

Ahí pienso si habrá una carrera que estudiar para estudiarte siempre,
andar en la cafetería perdiendo el serio tiempo en comerte,
suspenderlas todas, amor, todas menos gimnasia y acaso el recreo...

Digo que rendido luego de nuestras bélicas paces,
mi oreja puesta en el cañón de tus colinas
-ascienden y descienden como un océano pulmonar de carabelas-
sobre tu pecho que late caballitos salvajes
es la oreja de un indio vaquero que ya adivina el trote de la caballería azul
venida de ese fuerte fortaleza que protege las mujeres de tu alma,
tal vez a rendirse, quién sabe, amor, quién sabe si a rendirse...

Y pienso a veces de mis manos un abrigo para ti,
qué bonita esa bufanda encarnada en tu cuello aún cuando es verano, amor,
el sol es una lámpara conectada a ese lindo enchufe que es el infinito
y se nos ha perdido el frío en la mitad del bosque que arde.

Y pienso que si hinco las rodillas soy un astronauta que toma impulso,
que mi vida anudada de su muerte a su nacimiento es el más bonito anillo.

Qué susto, capitana furriel, ay qué susto,
si te vieras la carita cuando echas a correr por el jardín intentando no pisar las amapolas...
pienso que el sol aún puede ser más colorado cuando aluniza.


lunes, 17 de diciembre de 2012

aprendo que el corazón, cuando deshiela



aprendo que el corazón, cuando deshiela,
arde con manera de hierro sobre su inmarcesible matriz,
mi corazón sobrevive al fuego locamente entregado al incendio.

verás que un día ya no habrá desemejanza
entre la expósita llama de nuestros faros y el hogar que ya borbota en el volcán;
tú y yo, muchacha de ojos de lumbre,
sobreviviremos a la existencia locamente entregados a la vida.


viernes, 14 de diciembre de 2012

estación de autobuses



A la noche en la estación de autobuses
me llegas, preciosa,
terrible de preciosidad,
te has pintado la boca
y has tirado líneas negras al párpado
que hacen de tus ojos glaucos
esos de las panteras entre grandes hojas verdes
de una jungla de película,
te has puesto afrancesada la boina oscura
y bajo el pañuelo del cuello
tu camisa desciende descaradamente
abierta como la franqueza
hasta tus apéndices de fresa
y pecas de regaliz,
a la noche no soporto tu belleza
tan de lince y cervatillo,
tampoco esos tipos que te siguen
con la vista por los bulevares
engarzada a mi codo tan firme
con el largo gabán de señorita,
que tu carita es pálida y además
es generosa y dadivosa
con las luces de los letreros
y de las farolas
y de los taxis
cuando campan a sus anchas
veraniegas y luminosas
por tus facciones de nieve
y tus gafas grandes de secretaria
guardan el secreto de lo que ves,
qué recto andas, amor,
de brutales botas
y también con zapatitos de niña bien,

las aceras tiemblan
como yo.

Después la madrugada
trae tus muchas toses
de respirar humo y mundo feo
y un sueño
de terremotos punzantes
donde tu futuro zozobra
como un bote voluptuoso y libre
en el ojo de cerrojo
de un sensato huracán,
y qué cansada te alzas tan tarde en el día
dejándote caer al lavabo
de muñequita rota sin pilas
mas de olor tan dulce a goma
y a recreo de hace un rato,
aún en en esas tan linda,
tan bonita frente al espejo
batallando con licor del polo
y en braguitas,
la patita derecha atrás
timidez de libidinosos tangos;
cuando abres la lluvia de la ducha
le hace de telón repentino de apertura
tu camiseta salmón
a ese culito tuyo tan de río arriba
a la pequeña muerte
y yo quedo...
ah, quedo de la puerta en el quicio
tan fuera de quicio
tan lleno de vicio
mirándote a ti bajo el agua
que también bajo el caño mundano
y el jabón y las cremitas
el cabello pegado a la frente
y a los omóplatos y otras montañas
tan hermosa tan linda
tan entresemanada
también en esas, amor,
también tan linda qué imposible sos...
yo voy acostumbrándome
día tras día
a que seas siempre perfecta
mientras mantengo arriba
este hombre que mal adoras
antes de que se diluya definitivamente
niño
en tu adentro
cueva de ochenta 'robinjudes'
tu tibia gruta de Montecristo
tu cuerpo de Mosqueteros
tu voz sencilla de Roxanne
tu lindo corazón de orfanato.


lunes, 10 de diciembre de 2012

Dolores Mejías y el fantasma de Agustín


En la pendiente de Sura hay una escuela chiquita donde los nenes del pueblo entran en tromba mordiendo manzanas y dándole a las puertas sonoramente con los muchos libros que llevan acordados bajo el brazo, geografía, música, sociales, religión, historia, así con los años van dejando largas marcas oscuras que hacen de las paredes y las entradas blancas de la escuela el lomo veteado de una cebra o el contorno tentador de un helado de estracciatella y así la escuela de San Restituto está, a base de tiempo y percusión de la cultura, preciosa y decorada aunque algo menos limpia.

Dolores Mejías dibuja estupendos mapas en el pizarrín, a los primeros críos que acceden al aula siempre y cada vez se les abren los ojos como platos delante de las cordilleras de tiza marrón y dicen qué bien dibuja la maestra y la miran con pupilas de chispa como a un solete y a Dolores Mejías le gusta verlos admirarla porque nunca tuvo hijos aunque siempre quiso.

Las mañanas van dejando a los chiquillos llenos de datos útiles y de gusto bueno de ver a la señorita como explica los ríos y los nombres de los pueblos y los descubrimientos de señores aventureros e importantes y de como a pesar de Dios una vez gigantes monstruos de colmillos dejaban largas huellas en los prados que luego, dice entre risitas, van los curas barriendo con las botas.

Luego al caer la tarde Dolores regresa por la pendiente de Sura saludando con la mano a los últimos chavales que desaparecen por la esquina del colmado pateando latas y sonriente entra en casa donde cierra la puerta tras de sí y queda con la espalda sostenida en el quicio conteniendo las lágrimas pocas antes de entrarse al salón. Y así, a las ocho, como siempre, Agustín.

Agustín es un novio que se le mató a la Dolores pilotando avionetas en Barcelona, y desde allá que viene apareciéndosele azul y trasparentado por los pasillos, cuartos y balcones.

-¿Estás, Agustín?

-Claro que estoy. Estoy fumando en el patio. Pasa, Loli, anda, que te hago repeluses de esos que te gustan. Uy, qué mohínos me traes, amor. ¿Qué te pasa?

-Jope, que estoy enfadada contigo.

-¿Por qué, vida mía? ¿Qué he hecho yo...?

-Estar muerto, jolín, eso has hecho. Hala, ya lo he dicho. Nuri la de matemáticas tiene un novio abogado, de esos que salen por la tele, y tiene un cochito rojo sin techo que es un primor. Y además se le puede tocar, y hacer arrumacos, no como tú que das frío y se te ven los tiestos y la ropa tendida por entre la tripa. Y se van de viajes al por ahí, a ver cosas lindas y la compra bombones de esos de licor que venden en los Matellanes, los de rayadura de naranja que me gustan a mí. Y además, a ver cómo le digo yo a papá lo de mi novio el fantasmón, si es que por no poder no te puede ni matar con la reglamentaria, que ya estás frito.

Entonces Agustín, como en todos los dolerse de Dolores, se acerca con la sonrisilla azul translúcida y donjuanera y hace así como que la toma por la cintura sin tomarla y ve en el reflejo de los portones de vidrio que ella ya se ríe por debajo de la nariz como si el espíritu vaporoso de la vergüenza le fuese haciendo traviesas cosquillas en el corazón suyo.

-En cuantito te mueras nos casamos, tonta. Verás que florazas rojas le van a salir a los senderos del cementerio del Pinar. La tierra se va a poner a terremotear de contenta y en el pueblo ya no se va a poder morir nadie más de pura vergüenza. ¿Pero tú no ves que a mí se me aparece la luz esa brillante cada tarde con todas esas angelonas altas y rubias y esos prados de nata y que me doy media vuelta cada vez para venirme a pasar la tarde fumando de cara a la plaza y a esperarte llegar de la escuela? Si es que eres tan bonita, Loli...

-Déjame, malo. Estoy enfadada.

-Pero eso es porque tengo razón, que bien lo sabes tú que a ti como te quiero yo ya no te van a querer. Lo que pasa es que la 'señoa' maestra se tiene que salir siempre con la suya... je. Jeje.

Y entonces ella ya no aguanta y se ríe muy niña y hace así como que lo besa fuerte sin besarlo. Y así cogidos, ella de carne de melocotón y él de purito más allá, ponen el comedor, luego el pasillo y luego el dormitorio de un bonito de morirse.


sábado, 8 de diciembre de 2012

como si todo

A Lola,
infinita amapola del jardín efímero.

En tu rostro, como si nada,
cuando adentro,
amanecen arrasadores
incendios de sangre
donde arboledas y frutos
afloran nuevos
a cada momento.

En tu rostro, como si nada,
cuando adentro,
una lluvia samaritana
aparta sus rumbos
de tu incendio
por no soliviantarlo
ni extinguirlo
sino extenderlo.

Tu rostro, amor,
como si nada,
va despacio,
reflejo del agua clara,
derramando del cielo baldío
sobre estas dunas fértiles
(desierto de la vida nuestra)
la pequeña muerte
desgranada en lágrimas,
un canto de un cisne,
un silencioso rocío.

Así, en la mitad del mundo,
como si nada,
brota esperanzada,
flor extraña de abiertos pétalos,
de la vida su principio.

En tu rostro, como si nada,
cuando adentro,
acaso en la clausura de tus ojos
sanan finales las orillas de las playas
y enferman de continuidad
los límites de los precipicios.


martes, 4 de diciembre de 2012

el pescador y la ola

A David Mariné


Amadeo se dejó caer en cubierta. Las olas cantaban su nana en la madera. La noche era noche tranquila y negra, las luces chispeaban en el puerto de Los Guildivernos como tímidas y quietas luciérnagas. Cruzó las patas mirando a la luna y encendió su pipa, lloraba y bebía de su botellita a ráfagas cortas de imposibles alegrías y de cuando en cuando silbaba la vieja canción de pesca acompañada por el ruido de los carretes y los chapoteos de los peces. La noche era noche tranquila y negra.

De entre todas las olas, una mostraba su línea de espuma más de plata que las otras, y a poco de estallar en la barca se retiraba un tanto y luego volvía idéntica con la vergüenza intacta y descendiendo sinuosa por el reflejo lunar. Amadeo la advirtió enseguida entre las otras olas comunes y sacó la cabeza sobre estribor escrutando el agua con los ojos enrojecidos. Abrió la boca ampliamente y dejó aflorar un trocito de oscuro amadeo.

Vino aquella ola solitaria con su larga estela de sal a quedar quieta junto a la barca y Amadeo extendió un dedo tembloroso que se adentró en el océano a través de la espuma. La ola se arremolinó complacida en su mano dejando lágrimas de mar en el dorso, en la muñeca y en el antebrazo. Amadeo esperó así un instante largo en la mitad de la noche, aquella ola y él eran lo único vivo en la inmensidad de la madrugada. Llevó después su mano al rostro y respiró profundamente como una primera bocanada de superficie después de una eterna y angustiosa zambullida. Volvió a abrir la boca ampliamente para que esta vez aflorara en lugar de oscuros amadeos un sutil y luminoso siseo de oleaje. Luego aquella ola retrocedió despacio. Como un sueño ligero desapareció con el alba dejando al pescador convertido en caracola.

La noche era aurora tranquila y clara.


lunes, 3 de diciembre de 2012

lo que no puede ser


Yo imagino el sabor de tus aguas transparentes como el tranquilo paseo marítimo
donde una vez sembrados los barbechos de mis labios por la sal que trae polizona la brisa
transcurre mi lengua su encarnada travesía de horizontes y aprehende las partículas salinas
que hablan de ti y de tus sonrojos con precisión meridiana y también un mucho de mimo;
así mi saliva, desembocadura de tus enloquecedores meandros,
va devolviéndote arropada por la catarata a este herrumbroso desguace tras mi costillar
donde autos de época amontonados ya intercambian su robín y los silencios de los cláxones
por encabritados motores, largos senderos y sonoros besos en los autocines.

Yo imagino la piel de las paredes de ti hecha enteramente de cielo abierto y libertad,
un resquicio en la mitad del límite por el que fugarse de madrugada
de este mundo posible donde nada puede ser,
perfumado pórtico de la manzana que entreabierto arroja un hilo de luz a este pozo de mí
como una cuerda salada de oro y de lumbre que tomo con las manos magulladas
y ya despacio, por el largo muro de oscuridad donde refulgen uñas arrancadas,
voy llegándome a tu cuerpo, que no imagino sino conozco lleno de ti.

Porque yo no te imagino, muchachita del confín,
yo te invento idéntica a como tú eres, te creo sin fallos, es decir maravillosa e imperfecta,
así hago de este mundo posible donde nada puede ser
acaso sólo un mínusculo rinconcito de ti y de mí, pero eso sí, donde todo sea.


jueves, 29 de noviembre de 2012

muchachita ciega



que tú, muchachita ciega,
me veas mejor que nadie,
es una prestidigitación
tremendamente romántica.

por eso, Lolita,
yo le digo
a mi mano desnuda
sobre tu sexo desnudo
bonita criaturada
de frotar la lámpara,
y luego a llevar
la palma diluviada
a estos insuficientes pulmones,
llamar al cielo
de sol luna y estrellitas
y el mundo con su núcleo hirviente
y los pueblos y ciudades
y futuros de pasta y éxito
una sola bocanada
de ti.

respirar tu sal de lluvia,
muchachita ciega,
me es igual que esnifarse a Dios
sobre la mesita de tu apartamento
mientras se rompe el final de tus frases.

cuando te derrames
ángeles salinos encontrarán su sexo
en la mitad de la lluvia.

aquí tienes mi religión,
muchachita ciega,
creer a pie juntillas en la vida mejor
de ese Después que escondes
en el final de tus muslos.

(confundir coño y corazón,
muchachita ciega,
que al tacto es lo mismo.)

Antes, nada.

miércoles, 28 de noviembre de 2012

todos los ciervos blancos se han muerto


yo quiero estar con vos para siempre
y que la muerte me deje por mentiroso


Todos los ciervos blancos se han muerto,
yacen destripados frente al lago calmo de la noche.
Niños silvestres mastican pequeñas bayas rojas
mientras se musitan deseos enseñando los dientes,
confeccionan con las vísceras de los ciervos
collares festivos al cuello y guirnaldas
de las que desciende una caricia de dedos de sangre
hasta sus sexos desnudos.

En la mitad de esa noche herida
vos sos la luz blanca de la cicatriz.

Me dicen lunático
porque dí mi corazón al ciervo blanco que huía.

Me dicen lunático porque a vos no la ví
y aún así sé pintarla en un cuaderno sin su ropa
lamiéndome la soledad.

Me dicen que en el jardín de un hombre
que no ha follado el milagro
no afloran vinos de agua ni peces de pan.

Me dicen.
Me dicen.

Estúpidos que no entendieron
que vos sos la agujita del pajar
que atraviesa el pie descalzo del ciego,
que no entendieron
que sos el sencillo tenedor de madera
en el sueño bonito de Tántalo.

No saben que yo ví en vos la belleza,
y que la belleza una vez vista
no pretende el loco poseerla
ni guardarla en su cajón de recortes,
tan sólo hacerse un rincón pegadito a su vera hipotética
a aullar y abrirse las muñecas a mordiscos,
pintarle a la muerte parasiempres de sangre en sus muros.

martes, 27 de noviembre de 2012

gravedad


mi corazón
ya se desprende
como fruta de ambrosía
de un árbol de ceniza,
ya rueda infantil
jugando al amor
con las hojas del lecho
que crujen y retozan
y dicen bellos silencios,
el aire trae consigo briznas
de un incendio extinto
donde alguna vez
bulleron los estanques.

el lecho de tu bosque,
muchacha de ojos glaucos,
es ese catre deshecho
de ternura y escándalo
donde mi niño de antes
busca el cuerpo mojado
que lo salve de las lluvias
y de la tormenta.

mientras,
por la cicatriz de tu valle
va derramándose a la noche
una sal
que endulza mis eriales.

y en la ciudad,
donde tu bosque
es una lejanía de luna
que alumbra de follaje
los terribles edificios
y las carreteras,
mi corazón ya se desprende
hacia tu pecho,
muchacha de ojos glaucos,
como una pesada amapola
que cae por ley de gravedad
al firmamento.

lunes, 26 de noviembre de 2012

a puro grito y en silencio


Usted no sabe qué imposible
es decirle que la amo.

Esta imposibilidad de mí
que se llama timidez
va de mi voz a mis poemas.

Es por eso que no sé decirle
que sus ojos pardos
que a veces son verdes
son a veces ojos
y a veces un hogar de árboles
por donde ya juegan chiquillos
a patear las hojas y hacerlas volar
con nuestros apellidos.

Usted no sabe qué imposible
es decirle que su voz
es el ruido que hace mi soledad
al quebrarse,
que su rostro
es la luz que orla de reminiscencia
mis ojos cerrados
cuando esta puta oscuridad.

Decirle que usted es tan perfecta
que hace de lo ideal
una mera aproximación milagrosa,
que mi corazón está viviendo
de prestado en mi pecho
esperando pronto regresar
a casa,
a su casa.

Usted no sabe qué imposible
es decirle que la amo.

Esta imposibilidad de mí
que se llama timidez
va de mi voz a mis poemas.

Es por eso que no sé,
que no alcanza mi voz ni mi palabra
a contarle que su nombre
ha enfermado a mi vocabulario
de incapaz repetición,
que ahora son lolas
las que sobrevuelan
gráciles y níveas
las costas de mi pueblo,
que son lolas espumosas
las que preñan de saliva blanca
el espigón,
que es una dulce lola
la que arrastra los diarios por las aceras
y hace volar mi sombrero,
que es una fulgente lola
la que asoma ámbar en los azules
sobre esta tierra antes yerma
en la que hoy florecen
lolas coloradas como corazones.

Usted no sabe qué imposible
es decirle que la amo,
qué imposible articular que la amo
cuando todo es que la amo,
cuando quiero decirle que la amo
y no puedo, no soy capaz
y escondo tímido que la amo
y no le digo que la amo.

No le cuento que imagino
desordenados lechos
donde sólo huele a sexo
y a nosotros,
que a veces palpo lo inerte
enloquecido
a la búsqueda de su latido
y de su piel lejana,
que me colma de sangre
la sola idea de tocarla,
de recorrerla,
de derramarme
allá donde usted empieza
y termino yo,
acaso viceversa.

Usted, Lola, no sabe qué imposible
es decirle que la amo.
Por eso lo callo.
Por eso lo escondo.
Por eso tan cobarde
susurro tan bajo
y en mi rincón
que la amo,
que usted es la mujer de aire
a la que siempre dediqué mis apóstrofes
y a la que hoy dedico suya y de carne
esta vida mía de pan y poesía,
esta mi entera cobardía.


miércoles, 21 de noviembre de 2012

el rasguño de tu voz



Como si de antes,
mucho antes que tú y que yo,
el rasguño de tu voz en el aparato
suena a esas olvidadas ternuras
que visten de nítido recuerdo
en la punta de mi lengua.

Vienes con el frío del balcón
ungiendo de vaho mi madrugada
y tus enloquecedores silencios
son bella desnudez de la voz
que pinta de fuego
la gélida baranda,

mis manos
y esas flores de maceta que heló
aquel verano herido de muerte
van abriéndose hermosamente libres
en el invierno estival
de tu seno acelerado.

A mi lado,
tu cuerpo invisible ya separa los labios
y cierra dos ojos abismo
que mi delirio recrea físicos
en la humedad de la noche,

desde tu incomparecencia
bandadas de albatros
como tú silentes y vergonzosos en tierra
ya baten como sexuales saxos en los aires
invocados por esta nevada de pan caliente
que va escapando de mi boca
hacia tu boca
y que antes constituía mi corazón.

Como si de antes,
mucho antes que tú y que yo,
el rasguño de tu voz en el aparato
va cicatrizando el tiempo.



martes, 20 de noviembre de 2012

hosti puti, el amor...



El niño José mira al padre Antero con ojos de ternero. Padre, ¿qué es el amor? explíqueme qué es eso del amor, padre, que me dicen en el patio, en el aula, en la plaza, se me ríen, padre, me dicen tontaco, bobo, mendrugo, ¿qué es el amor? que yo quiero saber, padre, que yo no sé no entiendo y así dice la Manoli que nanai, que no me enseña el secretillo, hosti puti, que no me deja, ¿qué es el amor, Padre?
El nene lleva con aquel porculo constante ya media mañana de garbeo dando brincos y sorbiéndose al lado del padre Antero, que arrastra las patas por el Paseo de los Pajaritos mirando al nosequé con la botella de fino en la izquierda y un fardo de colores en la derecha.

-Anda, niño, calla ya el bujero un rato, que me estás jodiendo viva la mollera y al final te va a venir el capón. Ahora te lo explico, pero primero abre esto, coñe, que vamos a volar la cometa...

El niño José desata las cuerdas del fardo y saca a la mañana una cometa amplia de muchos colores bonitos, sierpes de seda ondulantes como cabellos rojizos y una cola de arco iris. En un santiamén la cometa ya va cortando nubes a jirones y desbandando gaviotas.

-Bueno, ahora sí que ya, padre, sí que ahora, venga, que ahora ya, ¿qué es el amor?

El padre Antero cierra la mano libre dejando el corazón salidito lo justo de los otros dedos mundanos y le endosa un capón terremotero en la cumbre de la cocorota al crío que se le discurre eléctrico desde el remolino del cogote hasta la misma desembocadura de la espalda.

-¡Au! Hosti puti, padre, que estoy estudiando...

-Pues calla la bocaza y atiende, leche. Me cago en los santos que almuerzan, ¿Qué ves allá arriba? -glugluglú-

El niño José pone ojos charlesbronson y mira la cometa hacer parábolas suaves bajo una nube gorda de nata. En la cara inferior del aparato y más bonito que un San Luis luce serigrafiado el rostro de una mujer rubia de ojos claros y perfecta sonrisa.

-Hosti puti, padre, ¿esa no es la panadera?

-Y ahora mira mejor, ¿que más ves?- glugluglú-

-¿Dónde?

Otro capón cloc mortífero que hace ecos de defunción en el paseo.

-¡Au!

-Coñe, pues en el cielo, leche, ¿qué más ves? - glugluglú-

El niño José se seca el lagrimón con la manga y otea concentradísimo a los cirros. De pronto ve a la derecha de la cometa un solazo de justicia del color del ámbar.

-Hosti puti, padre, qué bonito está el sol esta mañana... y qué naranja... y qué grande.

-glugluglú -¿Y a que en el sol ni te habías fijao, niñato?- glugluglú-



domingo, 18 de noviembre de 2012

Lola


Me siento enormidad sobre la sombra
que con manos pequeñas recoge
el gran fruto de luz de la penumbra,
crío que edifica un castillo almenado de vida
con la tierra baldía de una orilla en el desierto del mundo.

Me siento hombre y escultor que recupera su tiempo
al esculpir una miríada de instantes
en la marmórea eternidad de esa mujer,
piedra despierta donde ya dormitan todas mis estatuas.

Me siento nacer, voladura de una gris cantera
que siembra la ciudad yerma de hojas, frutos y alondras,
me siento hermano de mis letras y suspiros,
me siento amigo de mi amigo,
hijo de mi madre,
diluvio de mejor vida sobre esta árida muerte.

Me siento en la mitad del gentío,
tan perdido como el gentío,
desencontrado como el gentío,
minúsculo titán en el gentío,

solo en el gentío.

Y sin embargo una equis roja en el mapa,
una brújula de luz
en aquel vestido de negra penumbra
que sobre el nombre, voz,
senos, muslos y sexo suyo
será una hermosa noche curvilínea sobre una hermosa mañana

sobre el gentío.

Juan Bautista decapitado de todo lo que sabe,
así tomo yo la semana de siete días
y devolviéndola a aquellas aguas cálidas de mi vida
la bautizo con tu nombre, Lola.

Lola.

Lola.

Lola.


viernes, 16 de noviembre de 2012

parasiémprica muchacha

DRAMATIS PERSONAE:

El padre Antero, cura del anacronópete.
Clara Linares, no la hay más bonita.
David Mariné, poeta de la herrumbre.



Acto II


El padre Antero abre la puerta de la panadería, que deja tras de sí un son de cascabeles. La estancia se encuentra iluminada de ámbar y amarillos, el sol entra vehemente por el escaparate donde todo tipo de dulces y panes siembran el aire de un agradable olor a mantequilla.

Clara Linares está de espaldas maniobrando en los hornos, bajo el gorrito le asoman tres mechones como tres mañanas claras. El padre Antero se descubre y carraspea.

-Buenos días, rubia.

Clara Linares se vuelve despacio con las manos todavía en las harinas. Los ojos son dos cielos de Dios. Al padre Antero se le vienen las bellezas al cielo de la boca.

-Uy, Miguelito, que no te había oído entrar. ¿Cómo tú por aquí tan pronto?

El padre Antero da la vuelta al mostrador levantando la compuerta y se acerca a Clara, que empieza ya a ruborizarse. La coge del codo con ternura y por primera vez en veinte años la mira a los ojos.

-Tenemos que hablar. ¿Podemos pasar a la trastienda?

Clara asiente con la cabeza sin hablar, y sin hablar gira la llave de la puerta y hace pasar a Antero al pequeño cuarto del almacén. Luego cierra tras de sí y queda con la espalda contra la misma puerta.

-¿Qué pasa, Miguel? Me estás asustando.

Antero no dice nada, la mira largamente como quien ve pasar el ocaso, parece conmovido. Clara Linares advierte que el cabello de Miguel Antero es negro azabache sin ni una sola cana a la vista, el alzacuellos ha desaparecido para dejar paso a la camisa blanca de labrar con sus bonitos lamparones de tierra. La puerta de la trastienda es ahora un olivo frente a la huerta, la panadería un campo. En la mitad del desconcierto Miguel Antero besa a Clara Linares en la boca, que ya no es la boca, es Clara Linares toda ella, y el beso dura una larga eternidad. Luego Miguel Antero aparta sus dieciséis años de trémulo despertar del cuerpo conmovido de Clara Linares y la mira a los ojos.

-Nos han escrito, Clarita. Tú y Yo no somos, niña. Somos un invento.

-¿Qué dices, hombre de Dios? tú has bebido...

-Que no, Clarita, que no... Que no somos, niña. Que no somos.

-¿Pero qué dices Miguel, cómo va a ser un invento este beso y este tacto? ¿Y los años? ¿Y el silencio? ¿Y los daños? Tú, yo, esta mala vida... No te creo. No te creo. Lo dices para dañarme. Eres malo.

-Que no, princesa, que no, que nos han escrito, que no somos. Que tú y yo no somos, niña. Que no somos.

Clara Linares se pone las manos en la cara y se echa a llorar. El padre Antero se calza la boina y se ajusta el alzacuellos. Despacio va saliendo de la trastienda oliendo a mantequilla y embobado en ámbar. Abre la botella del bolsillo. Clara sale entonces visiblemente afectada, más bonita que una aurora.

-Miguel, Miguel... ¿Vendrás mañana?

-Cada puto día de Dios, niña. -glugluglú-  Cada puto día de Dios.

Y cierra la puerta de la panadería dejando tras de sí un bonito son de cascabeles.



Entreacto



El padre Antero sale a la plaza de Corbentraz, donde el biruji ya va arrugando a los chuchos y a las viejas. Se aprieta la bufanda. Un tipo guapo de unos cuarenta está en un banco leyendo mariconadas con las patas cruzadas y fumando paraísos.

-Oiga joven, joven...

-Sí, diga padre. Buenos días.

-Buenos días joven. Le quería yo preguntar si no es indiscrección... si le han escrito a usted.

-¿Cómo que si me han escrito?

-Sí, sí -glugluglú- que si es usted ficción de mierda. Que si se lo han inventao.

-Ah, no. qué va... Yo soy poeta, padre.

El padre Antero lo mira de soslayo desde un trago largo de profesional.

-La puta de Dios. Este pueblo es el descojone.- glugluglú.


jueves, 15 de noviembre de 2012

bululú



DRAMATIS PERSONAE:

Jesús Alcalde, pollopera, gorra, botas y gabán.
El padre Antero, cura al licor, ojos gordos.
Una hembra buena y limpia.


Acto I


Hace un frío agradable en la iglesia. A medida que voy dejando atrás los bancos pongo la vista en todos esos santos que cuelgan de las paredes, parecen tristes y absortos en la invisibilidad de los techos. La puertecita del confesionario grazna un ruido feo al abrirla y al cerrarse. Es hermosa esa privacidad que da su penumbra. El padre Antero descorre la cortina bruscamente y mira al suelo tras el mimbre.

-Ave María purísima.

-Sin pecado concebida.

Nos quedamos un rato en silencio. Escucho el ruido de los pasos que poco a poco van llenando el interior del edificio. Ruidos de tacones, botas, zapatos, deportivas, zapatillas, voces, bolsos. El padre Antero rompe la pausa.

-¿Y bien, hijo? Empieza ya con los pecados que me cierran el bar...

-Sí, sí, perdón, confieso que he pecado, padre.

-Venga, por ahí sí. ¿Cuál es tu pecado, hijo?

-Que los he escrito a todos, padre. Que ustedes no son. Que me los he inventado.- El padre Antero da un saltito detrás de la barrera.

-Cómo que te nos has inventado... ¿Inventar de inventar? O sea... No jodas.

-Sí, sí, que los he escrito yo, padre. Eso digo. Que me los he inventado.

-Coño. Me cago en Cristo. ¿A todos todos? ¿A los del pueblo, dices?¿También a Marcial Piñero?

-También a Marcial Piñero.

-¿Y a Andrés de la botica?

-También a Andrés.

-Hostias, ¿también a Clara Linares?

-Sí, sí... También a Clara Linares.

-La puta que te parió. También a Clara Linares...- El padre Antero se ha puesto pálido.

-Y a mí, claro está.

-Lo siento, padre.

-No, no... Deja, deja, no te apures. -Lo veo moverse inquieto tras el mimbre.- Pero vamos a ver, ¿por qué has hecho eso, alma de Dios? ¿tú sabes lo que has hecho?

-Pues no sé, padre, creo que es por la soledad, ya sabe. Un día, sin que uno casi ni advierta, ya ha enraizado tanto que va dando en el nervio ¿sabe? aquí atrás- me toco atrás del pescuezo- y aquí adelante - me toco el pecho- y aquí arriba- me toco el seso. -Es un dolorcillo agudo que primero va molestando y luego duele a morir y luego le deja a uno sin daños, ¿sabe?. No sé, es un poco complicado de explicar, pero el caso es que un día me puse delante de la pantalla y así, de a poco, los fui haciendo.

-Nos fue haciendo, dice el hijo puta... - Oigo balbuceos, un carraspeo y algo así como el ruido de una botella al abrirse.

-¿Diga, padre?

-Nada, nada... Sigue. - glugluglú- Te escucho.

No puedo seguir. De repente siento ese nudo conocido.

-Me cago en mi padre, ¿estás llorando?

-No, no.

-No los cojones. Estás llorando como un querubín. Pero vamos a ver... -glugluglú- Saca la cabeza afuera. Sí, sí, afuera. Mira al graderío. ¿Ves a la mujer del fondo, la del pañuelo? -glugluglú- ¿La que tiene los ojos canela, el pescuezo fino, largo y blanquecino coronado por un pañuelito de seda morado, la blusa semiabierta, los labios carnosos, el cabello a lo garçon, la nariz delicada y el semblante iluminado como si un milagro?

-Snif, sí. Sí la veo.

-¿A esa también?

-¿A esa también qué?

-Coño puta, ¿cómo que qué? me cago en San Botón, pues que si a esa también la has escrito tú, alma de cántaro... -glugluglú.

-S-sí, creo que sí. -rompo a llorar ya muy de niña.- Lo siento mucho, padre. De verdad, yo quisiese tanto que ustedes fueran... -Me caen dos velas como dos soles de los agujeros.- Es este desamparo padre, este abandono de las cosas... Lo siento tanto... ¿Cuál es mi castigo?

-¿Castigo? Tócate los huevos. Será posible la tontería, castigo dice... Qué castigo ni qué ocho cuartos. Tira para casa a escribir, bendito. Y no pares. -glugluglú- Que lo tuyo no es pecado, hijo puta, lo tuyo son puras ganas de ser. Y cuando salgas dile algo a la del pañuelito, que no deja de mirar hacia el confesionario... me da que esa zagala se te ha enamorao. -glugluglú.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

misericordia

Vení a dormir conmigo:
no haremos el amor, él nos hará.

Julio Cortázar


Jérôme escoge los sábados el último asiento del autobús destartalado que cada madrugada devuelve a los negros a La Salle. Allá, encogido con la sien adherida al vidrio empañado de la ventanilla, se lleva dos dedos congelados a la nariz con los ojos cerrados y espera sosegado y en paz a que vaya su alma vistiendo otra buena vez un cálido halo de coño.

***

Xiaojan escoge los sábados el último rincón de un catre deshecho de motel en Natchitoches. Allá, encogida con la sien adherida a la madera empañada de la cabecera, se lleva las pequeñas manos amarillas a la nariz con los ojos cerrados y espera sosegada y en paz a que de nuevo, en la pequeña habitación, sobrevenga repentina a través del recuerdo inmediato otra riada de sombría ternura sobre su vientre, senos y párpados.

***

Dios escoge los viernes el último recodo inhóspito del jardín del Paraíso. Allá, encogido con la sien adherida al tronco de un manzano escondido, se lleva todas las manos del mundo a la nariz y mientras espera intranquilo y dolorido a que vaya su alma vistiendo de nuevo ese interminable y espinoso halo de soledad, deja escapar entre lágrimas un nuevo acto de misericordia: con el corazón devastado, así pone su dedo al azar sobre el planeta y concibe el milagro de un imposible y cegador eclipse en el interior de un cuartucho de motel en digamos Natchitoches, Louisiana.

lunes, 12 de noviembre de 2012

la pecera


Eternizado en los infinitos sin ella
me enamoré de sus instantes
como un can famélico
que ladra a Jesús en la basura.

Me entregué a sus ínfimos segundos,
esa efímera y eterna compañía
que iba saliéndose de entre mis dedos
como sangre de una herida,
transparente y limpio caño de agua clara
que dejó tras de sí
dos manos libres de tiempo y de microbios,

me entregué a los ratos vaporosos,
oasis que al reír
pintan las horas de futuro
porque en ellos estuvo y está
lo mejor de esta seria eternidad,

en aquellos sus minúsculos espacios
cristalinos, pacíficos, serenos,
buenos,
donde tan encerrado y libre
este pez rojo palpitante
descubrió el más lindo infinito
en el bucle de una pequeña pecera.

viernes, 9 de noviembre de 2012

aquel amor de vos como de olas


El amor de vos como de olas
fue detrayendo hidrópico en mi playa
de sus calas todas las orillas,
el amor de vos como una náyade de ayer
que mañana incomparecida es voz de todas las caracolas,
ese oleaje ayer dadivoso aún de sutil embargo
que mañana es mano carterista de Dios
reclamando grano a grano esta Tierra de mi paso.

El amor de vos como de olas
fue hostigando sonoro el óseo acantilado de mi pecho,
escarpada celosía sobre la que el faro de mi corazón
es frágil carne de un sol que yace junto a una noche.

Este corazón de hombre de mí como de orillas,
aquel amor de mujer de vos como de olas...

Efímera física carnívora de nuestras erosiones
que desembocó
en aquel corazón de hombre de mí como de orillas
devenido con los años
en mi corazón de mujer de vos como de océano.


jueves, 8 de noviembre de 2012

soñar que todavía


Soñar que desnudo en el gran centro comercial tras el desastre.
La hilera de los maniquís que tullidos adquieren grotescas ilusiones de sociedades,
por ejemplo
aquella mujer de ojos grises y lencería a jirones que levanta un único brazo articulado
esperando una caricia que ninguna de las otras erguidas penumbras va a ofrecer.

Poco es capaz de aguantar el hombre que sueña
las horas desprovistas de voces
sin llegarse en algún punto desesperado a abrazar alguno de aquellos cuerpos incompletos
y ferozmente parados en la mitad del vacío.
Escojo aquel que mira desde el vidrio partido
a un cinéreo bulevar preñado de automóviles de nieve
y voy pasando mi decrepitud de diez dedos titilantes a través de su gélida cintura
hasta juntar nuestras dos muertes,
venir a dar a luz acaso al último de los cuerpos con vida.

Poco es capaz de aguantar el hombre que sueña
las horas desprovistas de ternura
antes de musitar otra vez el nombre de los nombres a un oído sordo de sintéticas geografías
y decir TE AMO con el último de los TE AMO
que el hombre que sueña es capaz de depositar en los objetos
como una semilla de yggdrasil que se deja caer en la brea.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

ella salía de un cuarto desperezándose


La puerta del balcón mandaba morses al comedor vacío a causa de la ventolera. Qué vacías aquellas sillas del salón, la cocina, la parte de la entrada que podía divisarse desde el sofá a través de la puerta entreabierta, la televisión apagada, los tiestos, la ropa tendida... Había un reloj que segundeaba sonoro y desacompasado con el tamborileo aéreo de la terraza. Yo pensaba en todas las cosas y en ninguna con la boca llena de magdalena y los ojos llenos de sueño. Hay momentos en que el mundo se para así, de pronto, y a uno le parece que lo abandonaron. No sé, acaso nos abandonaron a todos en algún momento y el abandono comparece puntual cuando esas ventoleras en el balcón. El caso es que del cuarto salía ella desperezándose con los brazos muy arriba y tan guapísima ya de buena mañana, que uno pensaba que sólo iba a estar linda como ella a eso de las ocho bajando el bulevar cogida del brazo de uno con las luces de las tiendas pasándole por los labios como mágicos cometas pero no, resulta que también recién levantada con los pelos hechos trigo por la cara y desperezándose con los brazos muy arriba era capaz de llenarte de edén un comedor vacío, un balcón y hasta todas las putas calles de Barcelona. Cuando ella aparecía así de los cuartos yo no me sentía poeta ni abandonado, me sentía encontrado, me sentía ella. Qué sentimiento, qué buena locura... Y no había ni un jodido sitio de este tártaro de Dios que estuviera vacío. Ni siquiera aquí adentro como ahora.


martes, 6 de noviembre de 2012

la poesía es un escarnio



No sé si quedará de mi corazón
un mísero cabo con el que atar estos ingrávidos latidos
a un buen árbol
mañana
cuando todo el aire esté formado por barrancos.

Van velándose aquellos domingos luminosos
entre estos diáfanos cúmulos lectivos,
brillantes azúcares se diluyen
en la espuma diaria de oscuros cafés.

La poesía era otro escarnio del espejo.

Arrecia un silente temporal de huracanes
en las ventanas rotas de esta acogedora intemperie
y el ruido del quebranto en sus cimientos
es un requiem en clave de epinicio
que queda adherido al seso,
al esperma sobre mojado
y al silencio de esta tierra firme.

Nuestra casa se ha desmoronado
en aquel risco azotado por un oleaje de adyacentes lejanías
a medida que alza sus nuevos muebles y papel pintado
donde antes confetis lindos de ceniza,
donde antes...
mañana preciosas urbanizaciones donde parques,
mañana historia donde vida,
mañana ella donde tú.

Hoy, mañana, la palabra.

Siempre la palabra, ese defecto,
ese desastre
con el que pretendemos
recomponer nuestras vidas.

La palabra infecta mi sueño,
cada noche baldía
palabras bellas como hembra, hogar, sándalo,
alma, nutrir, ámbar, alba, lecho, arbolado.
Palabras.
Corro de la palabra, huyo de la palabra,
en mi sueño busco esa energía del impacto suave
entre la carne de un labio y el dulce soportal de un pezón
o el dorso de una mano o una vena rosa
o un mechón reivindicado sobre los cuerpos,
acaso una mirada, un arrullo desde la puerta del comedor.

Pero tiende el anhelo maldito de nuevo al encuentro
con cálido, ternura, suave, sal, compañía, futuro...
Palabras.
En el encuentro con la palabra cada vez
infectado el sueño, la vida, todo.

Este ocio de dolerse.

Esta puta pretensión que conduce a qué...
Otra vez a la palabra.
Malditas, sucias, elevadas palabras
que hacen de la poesía otro escarnio del espejo
y del poeta un hombre solo.


lunes, 5 de noviembre de 2012

desprovisto de cualquier atisbo de palabra


Juro que su rostro es una ventana en el muro de una celda, no hay quimera más bonita en el mundo. Por eso lo miro tanto sentado en estos rincones idénticos desprovisto de cualquier atisbo de palabra. Miro ahora un cielo que transmuta en otro cielo, ahora la copa del árbol limítrofe con el bosque brindada a marítimas brisas, ahora nubes disfrazadas de trenes y galeones y cebras,
ahora ese pálido resplandor que adoro
y que derramado a largas franjas
sobre el camastro, el pan mohoso y las ratas
riela con luz blanca
esta
oscura
libertad.


Ahora un muro, ahora un muro, ahora un muro.
Ahora un muro.
Desprovisto de cualquier atisbo de palabra.



miércoles, 31 de octubre de 2012

el légamo


El cielo desciende, llueve.

La playa se abraza a la lluvia,
transmuta el sol de sus arenas
en una alfombrada luna nueva,
un oscuro milagro,
un negro crepúsculo de mediodía.

La playa preñada del torrencial
queda sembrada
de hilados troqueles
de las más perfectas huellas,
definidos pasos últimos de mí.

Así la lluvia limpia
que derrama el corazón que tuve
abraza las playas de mi recuerdo,
la miríada de soles, sus arenas suaves
son tras ese buen diluvio
un oscuro manto de valioso légamo,
un oscuro milagro,
un negro crepúsculo de mediodía
sobre el que mis últimos latidos
dejan hermosas huellas del hombre que fui.

lunes, 29 de octubre de 2012

la última moneda


Como soy un tipo
manchado de poesía
acometo estos francos ridículos.

Decirte, por ejemplo,
frente a espejos mal iluminados
que escarbo en los yermos del mundo
en busca de migas
como oscuras aves urbanas
disputan pan amargo
en el perímetro abandonado
de una fábrica de dulces.
Esto en lugar de decirte
que estoy triste,
que soy triste,
sosegadamente desesperado
y hondo;

sólo porque ando manchado de poesía
en la camisa, en los jeans,
en el tiempo,
en los objetos...

También sin conocerte,
muchacha de atrás del muro,
para ti aireo estos absurdos, cotidianos
desnudos verbales de mi cicatriz,
porque además
de andar manchado de poesía
soy un tipo manchado de soledades
que gusta de caminar bajo las lluvias
y comprobar que el agua limpia
que devuelve el cielo a la ciudad
tampoco sirve,
tampoco basta,
que el sol siempre regresa
y que yo sigo manchado
hasta el tuétano de todo esto.

No niego,
muchacha de atrás del muro,
que hay veces que callé
manchado de esperanza o de ti
y puse la mano atrás de muros.

Me pareció
-quise-
que afuera
llovían novelas románticas,
lindas prosas sin desenlace,
ya sabes, tu, mi,
nuestra literatura,
mas traje mi mano de vuelta
y ésta estaba
manchada de poesía,
esta mano mía
con que hoy ordeno rendido
en el cajón
mi camisa, mis jeans,
mi tiempo,
mis objetos...

Esta mano que hoy lo ensucia todo.

Pues sólo soy capaz
de todas estas palabras
que se amontonan como autos
antes bonitos hoy herrumbrosos
en el desguace.

Decirte todas estas metáforas
que suenan a mejor manera,
a elevación, a posibilidad,
a nosotros,
es el peor de mis teatros, el más dañino...

Ocurre que
acabé poeta y acabé tan mal,
tan mal,
muchacha de atrás del muro...

Sinceramente,
en mi mano
tan sólo hay un te amo,
es mi última moneda en esta feria de otros.



viernes, 26 de octubre de 2012

galletita de Yē Sū


Abriste entre fideítos picantes con verduras y la tarta de lichis:

La soledad es un dramaturgo excepcional
que hace del ser humano un excepcional mecanógrafo.

Qué lindo lorito fuiste luego, mi princesa, y cómo dejaste la mesa de migas.

A las amigas:

La soledad es un dramaturgo excepcional
que hace del ser humano un excepcional mecanógrafo.

A los amigos:

La soledad es un dramaturgo excepcional
que hace del ser humano un excepcional mecanógrafo.

Y la mesa llena de migas.


jueves, 25 de octubre de 2012

como si de veras, amor


Mi vida alcanza ese instante del monte
en que dejan de trinar
las copas altas de los cipreses
censores del acantilado
y desde el océano ya sólo atracan silencios.

Es la espera.
Flor del pedregal.

Mira el aire,
se preña de oleajes,
acá nada es prosaico,
este silencio
ya ligeramente húmedo y salino
hace aflorar poesía
en los daños de un hombre.

Qué instante sereno
separado de los otros instantes
por verdaderos ratos,
hormiguea el corazón
que cree en los monstruos,
qué poco significa
en los ojos de este hombre
la palabra abertura,
la palabra cierre.

Si vieras, amor,
como llegan reflotados galeones
desde el fin del mapa
sin que nadie apunte con el dedo
a sus velas.

Aquella cala desierta
prolegómeno del mundo heredado.

Todo el cielo cromado es un nombre
con apellidos cargados de lluvia
que yo te impongo
dormido sobre esta orilla de sequías.

Estoy tan viejo
y enloquezco tan despacio, amor,
no alcanzo a abandonar esta cordura
de recordarte desnuda cada mañana
prolegómeno del mundo encontrado
como si de veras,

como si de veras, amor.

Esta buena locura
que adivina lirios en las rocas
en la mitad de este silencio
va pintando círculos
en derredor de tu ombligo
como un patito feo
que recorre un cerúleo estanque de plata
con las alas heridas de petróleo.

Y si vieras, amor,
qué dibujo,
qué círculo enfermo de espirales,

si vieras, sencillamente.

Tengo miedo a morir mañana,
tantas cosas que decirte,
tantas deshabitadas islas de novela,
necesito tanto que me abraces.

Como si de veras, amor,
como si de veras.


miércoles, 24 de octubre de 2012

¿vos amás, viejito lindo?


A mí me mentan el amor
y es como si me mentaran la madre,
me parece un bochorno ese arrojo
de mentarle a nadie el amor
como si fuera el amor de uno
u otra
estúpida patología moderna más:
-trastorno de aburrimiento,
-trastorno de madurar,
-trastorno de querer,
-trastorno de estirar la pata.

Hay una nena en los aledaños
de mi sueño
con un descaro imposible
de ponerlo en duda
a diario:

-¿vos amás, viejito lindo?

(Es que yo sueño en uruguayo,
verán,
hay quien vuela
en capa tecnicolor y leotardos
y hay quién no envejece
y hay quién entra en señoras tanto
como poco entró en sí mismo
y hay quién colecciona dinero
y casas y autos y planetas
como si eso fuera a hacerle rico,
yo me pongo una rebequita verde olivo
un bigote,
un banco,
un Uruguay,
y miro como muy de lejos
con ojos pequeños
las muchachas hechas de viento
cuando sueño
y me duele acá
en el costado izquierdo
no más que un poquito
pero muy de final
del mundo.)

Ésta dice:

-¿vos amás, viejito lindo?

Con un descaro increíble
la nena me menta a la madre
sonriendo amanecidísima
como mi mamá.

Y yo, claro,
me duelo acá
en el costado izquierdo
no más que un poquito
pero muy de principio
del mundo
y me enamoro
y quiero ser papá.

martes, 23 de octubre de 2012

el lobito bueno

Y había también un príncipe malo,
una bruja hermosa y un pirata honrado.

José A. Goytisolo

Que un hombre es un feo animal
que araña y muerde
cuando no le acucia el hambre
usted lo sabe sobradamente.

Por eso usted bebe agua
de su lago azul
que es azulado
como un cielo azulado
como un iris azulado
o también como palabras
o un dañino moratón
y bebe usted con miedo
pero bebe
porque es tan valiente
además de tan lindo cervatillo
de lindo pelaje
con su linda sed.

Y yo soy feo animal
además de hombre,
me parece,
pero mis garras
          -si las tuve-
quedaron en otoño
en dientes de un cepo
que venía vestido
de buen lecho caducifolio
de color noviembre
nada azulado
pero sí un tanto ámbar
y un mucho de sol.

Ahora
desvestido de alimaña
          -y por mala pata
           las patas malas-
me escupen
la maleza,
los bosques,
los jardines,
los parques públicos
y hasta algún privado bar.

Por eso cuando
emerjo ruidoso
          -de lo que usted teme maleza
            y yo temo bueneza-
con ruidito crec de hojas
jugando a los lobos
no es por morderla a usted
o arañarla,
usted lo sabrá ya sobradamente.

Es que es tan hermoso
limpiarse los muñones
en el agua azulada de su lago azul
a la vera azul de usted.

Sepa que los lobos
doctos de humanismo
dicen que usted quiere que la muerdan,
pero yo
además de lobo
ando algo bestia de humanismo,
soy lobito tonto y bueno,
y también hombre,
me parece.


lunes, 22 de octubre de 2012

paz de vos


Entre vos y yo
estallan pequeñas guerras,
no grandes ni mundiales,
pequeñas digo y acaso
inconfesablemente deseadas
por los dos.

Esas escaramuzas
en las que vos no existe
y yo insisto
están llenas de palomas blancas
que asesinan habitaciones
por causa de los cielos.

Porque vos no existe
ni asiste,
mas nunca desiste
en asirse
a mis anhelos románticos
no pragmáticos
ni prácticos
de que vos exista.

Linda crueldad
que no existe
pero embiste
la fortaleza de prefabricado
de mi corazón.

Allá pone vos
sus cuarteles estratégicos,
bellos antiaéreos,
brillantes balas,
alambradas con puítas de robín
que parecen desde acá
hilos de oro
o cabellos suaves como cunas
o terrosa luz de otoño,
pero que son a la vera de vos
alambradas con puítas de robín
que pinchan y no son.

Y desde allá vos
dispara su inexistencia
a mis fuertes de algodón
y cartulina azul
dejándome vencido,
otra vez en ruinas
y un muchito más triste
y otra vez en paz.

Una paz definitiva, buena,
una paz terrible
sin vos.

viernes, 19 de octubre de 2012

un nosotros


Las horas pasan desprovistas de sus ratos,
vagones de una mina que transitan su raíl sin su carbón
vacíos
copiando el ruido de los trenes que vuelven a casa.

Cuán vasto es el mundo,
cuánto buen sendero va viendo su camino
asfaltado de abismos tan apetecibles como vacuos...

Como en la mitad de un mal sueño
en el que las puntas de los dedos
no alcanzan desde el lecho en llamas
la mesita y el vaso de agua,
mi piel espera al ferry en la mitad del páramo.

Pero no todo está perdido ya,
muchacha desconocida,
en lo inmenso del desamparo.
Los pequeños detalles, los anhelos, lo minúsculo,
lo mío, lo tuyo,
aún aflora despacio
en el álgebra de este tiempo caducifolio
llenando los cálculos de sencillas margaritas
que prender de tus ternuras,
y en el páramo donde espera al ferry
mi piel, tu piel,
muchacha desconocida,
ya va encontrando su rincón de tierra húmeda
un jardín perenne.

Un nosotros.

jueves, 18 de octubre de 2012

el elixir de la memoria del Palacio de Gabiria


En los Guildivernos hay un gran revuelo cada vez que la carreta mágica del Profesor Rossmann llega al pueblo. Se congregan en la plaza de Corbentraz hasta cincuenta o sesenta gentes ojipláticas y anhelisueñas dando palmas y coreando vivarrósmanes como posesas.

A las doce en punto de la noche ya se oye en los adoquines del parque el tamborileo claca claca de las características ruedas y esa musiquilla de magnetofón que lleva emotivo a Haendel a las ventanas abiertas con jazmines del paseo y a las esquinas de orín dorado bajo las farolas del callejón. El Profesor Rossmann abre el teloncito de fieltro colorado y con enorme fanfarria va anunciando sus elixires de la memoria del Palacio de Gabiria, que garantizan abrazos firmes con el pretérito: hablen ustedes con su mamá fallecida y con el sobrinito que estudia en Francia y hasta con los abedules altos de la sierra del setenta y tres, de no ser, les devuelvo su dinero. Los vivarrósmanes se escuchan más allá del río, y los muchachos lanzan boinas al techo de estrellitas y luna como en una graduación.

Primero Marcial Piñero se avanza a empujones de yo primero mangurrianes hasta la carreta. Se agarra al frasquito púrpura de bohemia y muy nervioso va entonando el glugluglú entre el silencio contenido de la concurrencia. No tarda mucho en empezar a llorar como una zagala sintiendo los bracitos del Jesusito muerto acariciándole vivo la barba. Luego va el viejo Cándido Márquez, que bebe más despacio y sólo sonríe enigmático hasta el final del trago y termina como es habitual devolviendo la botellita vacía al buen Profesor y agregando un ininteligible agradecimiento en ruso. Luego Clara Linares, más tranquila y pidiendo permiso, bebe y pasea a ojos cerrados con su Laurita por el espigón, Oliverio Tilín después, que antes de beber ya va sonriendo como un mentecato, Julián insolvente y enamorado, Andrés Gutiérrez boticario, Ramón Mújika, Pepón, María, Bartolo, Julio, Sandrita, Braulio y así todos y cada uno de los guildivernienses. La fiesta termina como siempre con el correspondiente barullo en la tasca y griterío de que beba el padre Antero, que beba el padre Antero, que beba el padre Antero comandado por el hijo tonto de la Paquita y un balbuceo de fondo del padre Antero de iros todos al infierno con los ojos rojos como gladiolos y el cuerpo del revés.

Y el clásico epílogo de la retirada de la carreta del Profesor Rossmann percutiendo en los adoquines del parque y llevando Haendel a las ventanas cerradas con jazmines del paseo y a las esquinas negras del callejón, perdiéndose en la noche.

En la madrugada, ya en la mitad del campo, en las afueras, acompañado de las bestias y el silencio, el Profesor Rossmann, Enrique Pérez Murrieta para los amigos, detiene el viejo magnetofón, se desabrocha la casaca de botones de oro y deja el sombrero francés de plumas y los fajos de billetes sobre el escritorio. Se precipita en el sillón como una fruta madura, se descalza y se lleva un frasquito púrpura de elixir de la memoria del Palacio de Gabiria bajo el bigote y cierra los ojos mientras de fondo musitan ús los búhos y sesean nanas las copas de los árboles. Y llora. Llora tan largo como la noche. No por abrazarse con un bello pretérito de anárquicos cabellos y sonrisa imposible, sino por el fuerte sabor a ginebra barata de su elixir.

miércoles, 17 de octubre de 2012

no te quiero, niña, como espejo


Que no te quiero, niña, como espejo,
que te quiero ventana sin cristales
de cristales limpios sin reflejos.

Cuando cante por soleares
la alborada otro sueñito malo
hilvane en tu ventana sin cristales
la luna maga de sol su halo.

Que no te quiero, niña, como espejo,
que te quiero ventana sin cristales
donde no se frene el aire ni los besos,
su marquito todo el mapa de los cercas y los lejos.

martes, 16 de octubre de 2012

a quien madruga le amanece más temprano


El padre Antero está medianamente sobrio en la punta del paseo. A su lado el niño José sorbe fresa de un polín.

-Mira, José, que yema naranja se ha puesto ya sobre la línea del mar. La alborada es a estas horas entre gualda y sangre como el ojo de una sierpe belicosa, niño, pero guárdate de hacer juicios de mayores, que encierra una hermosa y áurea ternura que es más propia de hombres tranquilos. Mira también ese oleaje intermitente que siembra de un aleteo de pájaros de nieve la carne rosada de las orillas, y las cuatro grandes nubes que ya van tomando consistencia y dibujo de nuestro mapa, como si la ciudad con el resto de ciudades fuera ya reflejándose en los cerúleos tejados del océano con la perfección sencilla de los pueblos. Mira, José, déjate la golosina del demonio, el amanecer está en su punto más amanecido y las gaviotas están mudas y también los pescadores y los vientos y el espigón y el arrecife y el faro de San Bertrandino, escucha ese silencio, es la voz de Dios que dice ternura y dice mundo, José. El amanecer habla, niño, con voces animales. Y no sólo habla, como hacemos en la parroquia y en la tasca y en los cuartos, el amanecer también dice. También dice.

El padre Antero abre el botellín de fino La Ina y se lo baja de un viaje. El sol ya pega muy de púgil en los rostros. El niño José sorbe fresa última ruidoso del polín y luego abre la boca.

-¿Y si a uno le amanece aquí adentro, padre?- Se pone José un dedito de fresa marcando el costillar manchando de rojo la camisa blanca como un balazo.

El padre Antero lo mira largamente con ojos de buey de tiro, luego abre otro botellín de fino del gabán negro y da un trago corto que sabe a agua clara de la fuente de la plaza de Corbentraz, tiene dieciséis años y Clara Linares huele a espliego y lleva en los cabellos una cinta naranja color amanecer que dice oro y que a Miguelito Antero Bueno le parece el sol.

lunes, 15 de octubre de 2012

primavera - presagio del eclipse y del crepúsculo


Hijo, ya te llevo en mí
como un presagio aprendido
del eclipse y del crepúsculo,
ufano aprendo
a relatar el constante oleaje,
el caleidoscopio de los tilos,
los aires y los daños
con frágiles palabras y hechos acerados
en el día luminoso.

En la noche luminosa
yérgome en cronista de lo que antecede,
para ofrecerte
un minucioso mapa en blanco
          de los minutos en que nada pasa
para que sucedan siempre
siempre sucedan
sucedan siempre
tus pasos primeros.


Hija, ya te llevo en mí
como un futuro bueno
que recuerdo con ternura,
la vida ya espera en los cuartos para ser la vida mía
con lágrimas tuyas que serán lluvia tenue,
que fueron agua clara,
que son mojarse afuera al fin en el gran refugio.


Hijo mío, ya te llevo en mí
más que yo mismo,
traiga el vestido de sangre de tu cuerpo
a esta irrealidad desnuda
desgranado un mundo nuevo,
un mundo por fin mundo
por fin nuestro.


Hija mía, invirtamos los propósitos,
que soy yo tuyo más que tú de mí,
dé a luz
tu obligado nombre
a un padre libre sobre la ruina.

Seas hermosa y limpia como tú,
como el amor que siento.

miércoles, 10 de octubre de 2012

Dios Tiranosaurio y Margarita Buber



Margarita Buber se había licenciado en Paleontología muy Cum Laude y a distancia hacía escasos tres días y ya concluía en magistral hallazgo el miércoles de la misma semana: Dios era necesariamente e inequívocamente un Tyrannosaurus Rex.

Primero se vió asaltada por siete u ocho eurekas de los de sentirse importante y de Nobel ipso facto, todo brincos por el estudio y grititos como de ardilla, pero al momento se le puso el miedo en el cuerpo y empezó a mirar sudando por las ventanas a las nubes muy quieta y muy temerosa y muy preocupada adivinando heterodoncias asesinas en los cúmulos y en los rayos de sol.

Táctica y estratégica, Margarita Buber empezó a partir del jueves a quedarse paradita, estática, hierática y estatuaria en el mismísimo segundo en el que dieran las doce vigilando muy mucho de que el Señor no la viera y se la zampara de un solitario y carnívoro mordisco. Sólo Margarita Buber sabrá por qué a las doce y no, por ejemplo, a las tres, que también había dinosaurios a esas horas y hasta Dios, pero el caso es que ya estuviera en la cola de la perfumería, planchando blusas, escribiendo un ensayo, impartiendo clases, lavándose el núcleo o esperando en el parque a Julián insolvente y enamorado, daban las doce en los relojes y pam, ahí tienen ustedes a Margarita Buber más tiesa que un Rodin.

Y ya fuese por azar o por Gracia sucediose un catorce de febrero que le dieron las doce-cero-cero mientras cruzaba desnortada y colorada la avenida General Johnson a decirle por fín que sí al Julián. Miró el relojito de colores, las doce en punto, se puso a hacer el maniquí en mitad de la carretera con el reojo bonito en Dios Rex, y una ambulancia que venía sobrevolando el alquitrán echando luces a salvar algún transeúnte a medio infarto le partió el cúbito, el húmero, el fémur, el cóccix, las rótulas, el maléolo interno y el externo, el temporal, el parietal y hasta el mismo agujero del culo mandándola en siete volteretas a parar a tres calles vista.


Y Dios la vió. Y se la comió. No se sabe si por moverse o por quedarse quieta.

lunes, 8 de octubre de 2012

jardín del cogote


A Oliverio Tilín le partió el cerebelo un tiesto de amapolas caído de un balcón de jazmines.
Tras una breve pausa de daño terrenal y adulto
se le fueron los abstractos a dibujarse en aquellos pétalos rojos.
Primero el hambre básica, las prisas y saber nadar y -ya más tarde y en color-
el amor y un olorcito tenue a ayer por la noche miércoles hace años.

El cuerpo de Oliverio Tilín tarda aproximadamente ocho con tres minutos
en hacerse suelo, recibos y horas vésperas de lunes,
pero los pétalos de las amapolas coloradas e ilustradas de Oliverio Tilín
pueden verse arrastradas hasta cuatro o cuarenta años bisiestos por el vientecito de la tarde
y pegarse como hojas de periódico caducifolias en los rostros de los motoristas
provocando accidentes gravísimos en cadena en las carreteras que van a la ciudad.

Y apunten ustedes en sus cuadernos estos accidentes milagro.

Son accidentes que dejan hileras de automóviles deconstruídos tan obvios como la vejez,
pero también una alfombrita linda de pétalos rojos ilustrados de abstractas pinceladas
de amor y de un olorcito tenue a ayer por la noche miércoles hace años
que conduce sinuosa a secretas corrientes circulares de verdad de la buena
por donde los supervivientes de la hecatombe se llegan esperanzados a hermosos jardines
que ya nacen otra vez como amapolas vivas del cráneo de terracota de Oliverio Tilín.

del aterimiento y su diagnóstico


Estimada doctora,


usted debería saber ya que la soledad
-como la congelación del alpinista-
alcanza sus cotas máximas más allá del daño,
acomoda a un hombre en lindes plácidos del sueño
y resulta hasta un estado embriagador de calma,
un remanso donde nada pasa y nada duele
donde la muerte tira besos con la mano
disfrazada de enfermera.


Usted, que es buena, y además tiene estudios,
debería saber de todos esos hombres y mujeres
-buena gente también-
que velando por la salud universal del universo
adquieren estados superiores de tutelaje
y advierten y vocean que es apremiante y fundamental
el esfuerzo responsable de abandonar los lindes tranquilos del sueño,
que hay todavía que luchar, conseguir moverse,
calentar las manos, los músculos, los ojos, el hálito, el sexo,
y hasta comer fibra y también hacer deporte.


Pero déjeme hacerle una observación,
profana por supuesto, acaso impertinente,
es que nada dicen esos hombres y mujeres, esa buena gente,
de las bondades del calor
ni de si merecen la pena esas bondades hasta el punto loco
de dejar de vocear al enfermo que sane
desde allá arriba un segundo
para bajar a abrazarlo o tocarlo con las manos desnudas.

Usted, que es buena, y además tiene estudios,

sabrá lo que es eso (lo de vocear, digo).

Y que por si usted se lo pregunta, estimada doctora,
yo estoy sordo, viejo y carámbano,
es decir terriblemente sano y sentimental y difunto.
O sea, no hablo por mi, no se desespere,
esta misiva o telegrama
es en beneficio de quien pueda curarse todavía
al escucharla vocear sus diagnósticos.





viernes, 5 de octubre de 2012

lógicamente usted


Cuando usted ríe lo hace siempre mordiendo un poco su labio inferior,
es lógico siendo el labio inferior de usted apetecible como una fruta madura;
sin embargo no termina usted nunca definitivamente esos mordiscos
y esto es ilógico siendo el labio inferior de usted inagotable como un árbol frutal.

Cuando usted me mira lo hace siempre colorada como la llamita de un Bunsen,
es lógico porque le ruboriza mucho a usted ser tan linda como un Sí;
sin embargo nunca llega a estar usted tan colorada como el fuego de un incendio
y esto es ilógico teniendo los incendios un muchísimo de Sí incontestable.

Cuando se va usted no se va usted nunca del todo,
y esto sí es lógico porque usted nunca estuvo.

Pero es una lástima porque usted es tan linda como usted la mayor parte del tiempo
y era lógico que yo acabara de usted tan ilógicamente enamorado.


jueves, 4 de octubre de 2012

la sonrisa de Laura


Después de morir Laura estuve ocupada en ser nadie, Paqui, hasta siete meses. Estuve echada en el sillón tapizado, ya sabes, el de los cafés, viendo sin mirar la tele. Fueron tiempos muy malos en los que no me dolía nada, no sabes tú lo que es que no le duela a una nada. Es peor que morirse... A Laurita cuando le dolía lo más todavía sacaba alguna risa de vete a saber dónde y aún decía mami no pongas caras que aún me pondré peor y luego me ajustaba bien la bata por arriba que sabes siempre se me da la vuelta y yo ni lo advierto del despiste que llevo. A ti te parece, Paqui, que eso es duro y que lo he pasado mal remal pero yo no estaba por nada, hija, se me juntaban los días a puro mirarla pensando "hoy está un poquito mejor" y a veces hasta podíamos salir un rato a mirar los barcos desde el paseo de los Pajaritos y a la hora estábamos las dos como si nada estuviera mal y aún fuese a llegar mi Jaime del taller con una buena bolsa de churros como cada domingo, ¿te acuerdas?. Pobre Laurita, si la vieses el día del aniversario de Jaime, nena, me miró nada más levantarse de la cama arrastrando el suero con una cara de mujerona que espantaba a sus catorce, con aquella sonrisa de sol suya, y me dijo no vayas a estar triste hoy, mami, que hoy es el día de papá y si nos está viendo desde allá arriba se le va a girar el carácter, que ya sabes como era, anda ponte la falda colorada y la blusa esa tan bonita de rayas que le vamos a comprar un buen ramo después de desayunar. Y nos fuímos las dos la mar de contentas a verlo al Pinar. Ya ves, nena, dos semanas después la estábamos enterrando allá mismo en el Pinar al ladico de su papa a la pobretica mía. Toma un pañuelo anda, date aquí. No, no, eso, ahí mismo. Ya está, tonta. Y luego los siete meses esos de ser nada. Una pena. Ahí fue cuando me dió por pintar. Primero fueron cuadros de botijos y manzanas como los de los fascículos del cursillo pero me aburrí enseguida porque aquello era como dibujar el vacío, ni fú ni fá, así que un día me dió por dibujarla a ella con su palico del suero mirándome riendo, y luego ya muy sana corriendo por la orilla en los días de almuerzo con la familia de Jaime, y luego en el colegio, y en la universidad, y casada muy guapa de blanco con un buen mozo. ¿qué cosas, verdad? Así la veía crecer a mi niña del alma. Y así tengo la casa de cuadros, hermanita. Te cuento esto porque vino el mes pasado un hombre a llamar a la puerta de casa el día aquel del chaparrón, ¿te acuerdas?, cuando cayó una buena, que tú estabas con mamá en la residencia... Pues abrí y lo ví al pobre hasta las cejas de agua y lo hice pasar y le preparé un café. Sí, ya sé, ya sé, que hay mucho loco, que vaya con ojo, pero mira, nena, es que está una tan sola que... ya sé, ya sé, no me des la vara, que tienes razón, pero calla que te cuento. Que el hombre vendía unos libricos de cocina de esos de Planeta para hacer platos raros chinos y esas zarandajas y a lo primero le dije que no, que gracias, pero mira tú que me lo miro y el hombre estaba llorando como una cría. Pensé que era mojado de la lluvia, ya sabes, que iba empapado el pobre de punta a punta, pero no, que estaba el angelico a lágrima viva. Y me fijo que está mirando un cuadro de Laurita, el del comedor, en el que está con el disfraz de princesa de séptimo y su sonrisa de sol. Uy, que impresión, nena. Me dice que tenía una niña de unos quince que se mató el año pasado en colonias bajando un río, y que mi Laura es igual igual. Pobre hombre, lo tenías que haber visto. Estuvimos abrazados un rato largo, a mí se me puso la piel de gallina, Paqui, desde Jaime que no tocaba a un hombre de esa forma. Fue muy bonito, hija. Pobre señor, de verdad. Le regalé el cuadro y se puso muy contento y también le compré todos los libros esos que llevaba. Anda, calla, que no eran muy caros, Paqui, y además a mí los libros ni fú, si fue por Carlos. (Se llama Carlos) Dos meses dijo que se traía ya sin ingresar ni un duro, el bendito. Nos dimos los teléfonos y quedamos en vernos algún día a dar un paseo y charlar. También es viudo, nena, no me mires así.

Yo después me puse mejor, la semana esa estuve ordenando el piso. Sí, sí, ya sé. Ya tocaba. Anda, tonta, no te me emociones ahora. Y el sábado me fui a la peluquería y luego al rastro a comprarme una camisa bonita de esas que vende el señor Florencio. Y pasando por los puestos de los "jipis" me veo el cuadro de la Laurita colgando con los pósters de cine y las camisetas del argentino ese de la guerra. Veinte euros, nena. Veinte euros valía el cuadro de la Laurita. Pues me lo compré. Y... no, no, nena. Sí no me dolió, no creas. Me fui andando un rato sin saber muy bien a dónde con el cuadro bajo el brazo y me llegué al paseo de los Pajaritos a ver los barcos. Sin que me doliera nada. No sabes tú lo que es que no le duela a una nada...

miércoles, 3 de octubre de 2012

felicidad


Y sin embargo la calle, el tranvía, el frío, el calor,
la terapia grupal frente a la puerta autómatica de la estación que siempre abre a destiempo,
disculpe, no, por favor, usted primero, no llevo prisa, insisto...
sin embargo la misma avenida frente al zoológico,
los árboles tapando la luz a diestra y abriendo una senda alumbrada a siniestra,
la brisa breve y perfumada que trae el hilo de vagones cuando pasa a superior velocidad,
el caballero del carrito de cartones del que sólo asoman dos patas en el contenedor,
las universitarias mascando chicle escudadas en carpetas azules llenas de historia contemporánea,
sin embargo el parque donde caminos bonitos en curva que nacen en la puerta enrejada
conducen a la puerta enrejada,
sin embargo las quince salas del viejo cine, el olor a maiz en el centro comercial,
los quioscos, las bicicletas del carril bici, los peatones del paso cebra,
los automóviles en segunda fila, en la carretera, en la autopista sobre el puente, en los desguaces,
sin embargo el termómetro digital y la carne muerta dando vueltas en los döner kebab,
sin embargo los enfermos y los sanos, los fonendos, los pasillos, las batas, los alcoholes,
los lunes, los viernes, los domingos, los veranos, los inviernos, los ayeres, los destinos,
los libra, cáncer, escorpio, aries, capricornio, el Barça, el Real Madrid, el PSOE, la cienciología,
la plancha, la lavadora, la Playstation, la máquina de afeitar, la pistola, los cigarros,
las pajas, las mamadas, los besitos, los empujones, los golpes, las mentiras, la persiana, los saludos,
los trabajos, las carreras, los títulos, las importancias, los imposibles, las frivolidades,
la imposibilidad,
sin embargo los mensajes en el teléfono de las compañías de teléfono, los gritos,
los kafkas, los bukowskis, los lorcas, las pizárniks, los swarzenégeres, los primos juanjos...
sin embargo la tarde, la caída de la luz, el cansancio de las piernas, los sillones, los vecinos,
sin embargo la casa, los hoteles, los cuartos, las bragas, los pañuelos, la pomada, los gin tónics,
el hielo, el agua,
las amas de casa, las modernas, las imbéciles, las mejores, las fáciles, las admiradoras, las malas,
las locas, las buenas, las listas, las guapas, las gordas, las ideales, las idénticas, las hijas de puta,
las madres, las muertas, las mojadas, las altas, las nada, las hombres, las raras, las de otro,
el amor, el odio, los orgasmos, los picores, los estornudos, los cólicos, la mierda, los mocos,
sin embargo todas las horas que restan,
sin embargo las palabras, las quejas, los lamentos, los cortes, los cánceres, los resfriados,
sin embargo en silencio, a gritos, despacio, fingido, de veras, la sinceridad.

Maldita sea mi puta vida y los comentarios y este blog de mierda.