sábado, 29 de diciembre de 2012

yo soy un hombre pequeño


Yo soy un hombre pequeño no de grandes hazañas,
no he matado nunca un grifo, una quimera ni un dragón,
por mis manos no han pasado los países que paísan,
sí los que caben en un cuarto.

Yo soy un hombre pequeño, amor, que cabe en un cuarto.

Confieso a veces refugiarme en tu regazo,
yo soy un niño frágil que en la mitad del verano
busca de los lindos abedules en sus faldas lindas una linda sombra.
Qué fresquito hace en la sombra linda de los lindos abedules en verano,
qué calorcito en invierno si los lindos abedules, amor, son tú.

Yo soy un hombre pequeño no de grandes búsquedas,
ví el Dorado una vez salir tarde con el tren que pronto salía,
el sendero de baldosas amarillas tantas veces llevó a Kansas gris,
a ti te encontré en una estación de autobuses en la que no esperaba autobús.
Yo soy un hombre pequeño que no espera nada,
no de grandes esperas, no de grandes hallazgos, ni tierras de mí,
no de grandes poemas, no de grandes palabras,
yo soy un hombre pequeño que compra su lápiz en la tienda de lápices.

Confieso que a veces finjí que fui hombre no pequeño sino así así,
normal, casi grande o acaso alto casi apuesto
y dije que subí tantas veces a poner banderitas de EEUU en los coños,
que metempsicosis, solipsismo, ineluctable, que parhelio y hasta tráfago,
y dije sexo y dije oscuridad y erupté bukóswkico y luego sonreí
solamente con el lado bueno
que es este de acá prostituído, el que apesta a vergüenza.

Pero yo soy un hombre pequeño que no sirve para grandes tallas
pues parezco así un crío insoportable disfrazado de su padre.

Yo soy un hombre pequeño, amor, que cabe en un cuarto.
Y tú -cuando te desvistes de todo lo que apenas tiene que ver contigo-
eres mujer pequeña que si quiere cabe también conmigo en ese cuarto
y en el cuarto: nuestro amor es lindo y bueno y es tan grande.

jueves, 27 de diciembre de 2012

llegará la noche y anochecerá


Llegará la noche y anochecerá
porque la vida anochece a veces,
que también en la aurora oscurecerá,
que también en la mañana oscurece.

Llegará la noche y anochecerá,
porque la vida a veces anochece,
mas a tu lado, mi amor, la luz arraizará,
a tu lado la luz es noble y permanece.

Llegará la vida y anochecerá,
ya la aurora se derrama entre mis dedos,
ya de muerte mi mañana despunta,
mas amor, te lo ruego, tú no oscurezcas nunca.


lunes, 24 de diciembre de 2012

la correspondencia


Querida Lola,

en este civilizado geriátrico los anhelos son copos de nieve que pretenden habitar la brasa de una hoguera. El futuro es humo leve de manos decrépitas, las horas son ya de nadie y yo fuertemente de ti, ya sabes, al caer la noche y la primera luz, cuando mi carne huele a mantequilla y tu carne a pan recién horneado, de ti siempre, ya sabes, fuertemente... ¿Sabes que ayer soñé con árboles frutales que afloran en el infierno congelado para dejar caer sus frutas coloradas y maduras como corazones sobre la hierba fresca que arde en el edén?. Hay cosas, amor, que nacen muertas en la cicatriz y van como milagrosos salmones a resucitarse a la herida. Mi amor por ti, tal vez, sea lo hermoso que no quiso el daño de mi vida y que hoy lamo sediento como el rocío que acumulan en la estepa flores heladas de exagerados pétalos, rocío que sacia la sed de un lobo abandonado en su laberinto de cipreses donde el cielo, Lola, es otro ciprés. Mi amor por ti es exageradamente romántico, cariño, y es verdad en cada una de las butacas del teatro y también en su escenario artificialmente iluminado de palacios y castillos de cartón. Mi amor por ti no es un amor que lleve amor por nombre, es algo que yace ruinoso en la punta de aquella colina de fantasmas que blanquea de luz la noche y que es más hogar que los hogares pese a no tener techo ni ventanas ni chimenea ni trastos ni sus doce moneditas de plata... Una ruina presente que alberga bajo su cimiento un mar de hermosos pedacitos de historia antigua, el legado todo de nuestro futuro, amor. El futuro juntos, Lola. Otra vez el pleonasmo. Tú llegaste cuando la fiebre, cuando mi carne ardía atada al mundo y llegaste desvestida por entre el fuego como una bruja o una santa que no entiende de inquisiciones ajena a la llama desatando los nudos, besando el poste y la leña para hacerlos campo de amapolas, para hacerlos vida. Desataste la vida de mí para encadenarme a ella, eso hiciste, bruja o santa, desataste el yo de mí para encadenarme a este nosotros que se llama libertad. Hay cosas, amor, que son libres entre cuatro paredes muy juntitas, muy pegadas. Hay cosas, amor, que tienen que ver contigo y a las que yo llamo todas las cosas todas con una sonrisa en la cara. ¿Sabes que ayer soñé que tus ojos glaucos son un telescopio caleidoscópico que dice que hay vida en la Tierra? A veces te abrazo sin ánimo de soltarte y tu calor es el de una cuna infinita. A veces tu olor es de flores malitas de sal y de lluvia buena. A veces te amo y es como si amar fuese de pronto importante. Como si hubiese enloquecido y esto de quererte fuese lo primero de entre todas las importancias. Yo no quiero ser jamás sensato, amor. Déjame que aúlle contigo. Déjame que delire incurable adentro tuyo, tomar tu mejilla como un cáliz, tomar tus labios como aliento, tomar de tu latido nuestra canción preferida, tomar de tu sexo el agua y los campos, enterrar entre tus muslos mi vida entera y esperar que nazca ese árbol frutal de la hierba que arde en el edén para dejar caer su fruta madura sobre todas las cosas con nuestros nombres...

Te amo tanto, Capitana, que la poesía es sólo un eco de aquellos gritos a barrancos como hembras de aire. No escuches nunca en más intensidad mis alaridos que mi silencio, cierra los ojos y pon atención, pues mi alarido es acaso mera palabra y mi silencio es hablarte.

Siempre a ti, Lola. Solamente a ti por siempre.

Jesús

miércoles, 19 de diciembre de 2012

chorradita del montón

Hipérbaton de mi Lolita,
que los diccionarios
mucho más hiperbonita


Te agradan tanto las palabras, corazón,
digo adorar a ti y obvio pleonasmo digo,
que tú alejada es el oxímoron de la aproximación,
cuando hago acopio del para siempre contigo
mera perogrullada de poeta del montón.

Sabes, amorcito, que mis mejores palabras
han sido siempre callados no decirnos nada,
a saltitos por las habitaciones como cabras
yo un montón enamorado, tú un montón enamorada.

martes, 18 de diciembre de 2012

pensar constantemente pensar


Pienso a veces de mis brazos una casa para ti,
-a veces habrás advertido que mis brazos una cueva nuestra
tan de techos altos como tú prefieres al perder suelos y paredes
sobre las que una eternidad rupestre-
muy poquita cosa donde todo cabe si nos apretamos, amor, ven...

Cuando sentada surcada de juicios tras los lentes de antifaz
las piernas cruz sobre el rociado tesoro de los sofás
habrás notado que mi rostro es un espejito mágico
que dice una verdad de ti, amor, tan subjetiva que absoluta.

Ahí pienso si habrá una carrera que estudiar para estudiarte siempre,
andar en la cafetería perdiendo el serio tiempo en comerte,
suspenderlas todas, amor, todas menos gimnasia y acaso el recreo...

Digo que rendido luego de nuestras bélicas paces,
mi oreja puesta en el cañón de tus colinas
-ascienden y descienden como un océano pulmonar de carabelas-
sobre tu pecho que late caballitos salvajes
es la oreja de un indio vaquero que ya adivina el trote de la caballería azul
venida de ese fuerte fortaleza que protege las mujeres de tu alma,
tal vez a rendirse, quién sabe, amor, quién sabe si a rendirse...

Y pienso a veces de mis manos un abrigo para ti,
qué bonita esa bufanda encarnada en tu cuello aún cuando es verano, amor,
el sol es una lámpara conectada a ese lindo enchufe que es el infinito
y se nos ha perdido el frío en la mitad del bosque que arde.

Y pienso que si hinco las rodillas soy un astronauta que toma impulso,
que mi vida anudada de su muerte a su nacimiento es el más bonito anillo.

Qué susto, capitana furriel, ay qué susto,
si te vieras la carita cuando echas a correr por el jardín intentando no pisar las amapolas...
pienso que el sol aún puede ser más colorado cuando aluniza.


lunes, 17 de diciembre de 2012

aprendo que el corazón, cuando deshiela



aprendo que el corazón, cuando deshiela,
arde con manera de hierro sobre su inmarcesible matriz,
mi corazón sobrevive al fuego locamente entregado al incendio.

verás que un día ya no habrá desemejanza
entre la expósita llama de nuestros faros y el hogar que ya borbota en el volcán;
tú y yo, muchacha de ojos de lumbre,
sobreviviremos a la existencia locamente entregados a la vida.


viernes, 14 de diciembre de 2012

estación de autobuses



A la noche en la estación de autobuses
me llegas, preciosa,
terrible de preciosidad,
te has pintado la boca
y has tirado líneas negras al párpado
que hacen de tus ojos glaucos
esos de las panteras entre grandes hojas verdes
de una jungla de película,
te has puesto afrancesada la boina oscura
y bajo el pañuelo del cuello
tu camisa desciende descaradamente
abierta como la franqueza
hasta tus apéndices de fresa
y pecas de regaliz,
a la noche no soporto tu belleza
tan de lince y cervatillo,
tampoco esos tipos que te siguen
con la vista por los bulevares
engarzada a mi codo tan firme
con el largo gabán de señorita,
que tu carita es pálida y además
es generosa y dadivosa
con las luces de los letreros
y de las farolas
y de los taxis
cuando campan a sus anchas
veraniegas y luminosas
por tus facciones de nieve
y tus gafas grandes de secretaria
guardan el secreto de lo que ves,
qué recto andas, amor,
de brutales botas
y también con zapatitos de niña bien,

las aceras tiemblan
como yo.

Después la madrugada
trae tus muchas toses
de respirar humo y mundo feo
y un sueño
de terremotos punzantes
donde tu futuro zozobra
como un bote voluptuoso y libre
en el ojo de cerrojo
de un sensato huracán,
y qué cansada te alzas tan tarde en el día
dejándote caer al lavabo
de muñequita rota sin pilas
mas de olor tan dulce a goma
y a recreo de hace un rato,
aún en en esas tan linda,
tan bonita frente al espejo
batallando con licor del polo
y en braguitas,
la patita derecha atrás
timidez de libidinosos tangos;
cuando abres la lluvia de la ducha
le hace de telón repentino de apertura
tu camiseta salmón
a ese culito tuyo tan de río arriba
a la pequeña muerte
y yo quedo...
ah, quedo de la puerta en el quicio
tan fuera de quicio
tan lleno de vicio
mirándote a ti bajo el agua
que también bajo el caño mundano
y el jabón y las cremitas
el cabello pegado a la frente
y a los omóplatos y otras montañas
tan hermosa tan linda
tan entresemanada
también en esas, amor,
también tan linda qué imposible sos...
yo voy acostumbrándome
día tras día
a que seas siempre perfecta
mientras mantengo arriba
este hombre que mal adoras
antes de que se diluya definitivamente
niño
en tu adentro
cueva de ochenta 'robinjudes'
tu tibia gruta de Montecristo
tu cuerpo de Mosqueteros
tu voz sencilla de Roxanne
tu lindo corazón de orfanato.


lunes, 10 de diciembre de 2012

Dolores Mejías y el fantasma de Agustín


En la pendiente de Sura hay una escuela chiquita donde los nenes del pueblo entran en tromba mordiendo manzanas y dándole a las puertas sonoramente con los muchos libros que llevan acordados bajo el brazo, geografía, música, sociales, religión, historia, así con los años van dejando largas marcas oscuras que hacen de las paredes y las entradas blancas de la escuela el lomo veteado de una cebra o el contorno tentador de un helado de estracciatella y así la escuela de San Restituto está, a base de tiempo y percusión de la cultura, preciosa y decorada aunque algo menos limpia.

Dolores Mejías dibuja estupendos mapas en el pizarrín, a los primeros críos que acceden al aula siempre y cada vez se les abren los ojos como platos delante de las cordilleras de tiza marrón y dicen qué bien dibuja la maestra y la miran con pupilas de chispa como a un solete y a Dolores Mejías le gusta verlos admirarla porque nunca tuvo hijos aunque siempre quiso.

Las mañanas van dejando a los chiquillos llenos de datos útiles y de gusto bueno de ver a la señorita como explica los ríos y los nombres de los pueblos y los descubrimientos de señores aventureros e importantes y de como a pesar de Dios una vez gigantes monstruos de colmillos dejaban largas huellas en los prados que luego, dice entre risitas, van los curas barriendo con las botas.

Luego al caer la tarde Dolores regresa por la pendiente de Sura saludando con la mano a los últimos chavales que desaparecen por la esquina del colmado pateando latas y sonriente entra en casa donde cierra la puerta tras de sí y queda con la espalda sostenida en el quicio conteniendo las lágrimas pocas antes de entrarse al salón. Y así, a las ocho, como siempre, Agustín.

Agustín es un novio que se le mató a la Dolores pilotando avionetas en Barcelona, y desde allá que viene apareciéndosele azul y trasparentado por los pasillos, cuartos y balcones.

-¿Estás, Agustín?

-Claro que estoy. Estoy fumando en el patio. Pasa, Loli, anda, que te hago repeluses de esos que te gustan. Uy, qué mohínos me traes, amor. ¿Qué te pasa?

-Jope, que estoy enfadada contigo.

-¿Por qué, vida mía? ¿Qué he hecho yo...?

-Estar muerto, jolín, eso has hecho. Hala, ya lo he dicho. Nuri la de matemáticas tiene un novio abogado, de esos que salen por la tele, y tiene un cochito rojo sin techo que es un primor. Y además se le puede tocar, y hacer arrumacos, no como tú que das frío y se te ven los tiestos y la ropa tendida por entre la tripa. Y se van de viajes al por ahí, a ver cosas lindas y la compra bombones de esos de licor que venden en los Matellanes, los de rayadura de naranja que me gustan a mí. Y además, a ver cómo le digo yo a papá lo de mi novio el fantasmón, si es que por no poder no te puede ni matar con la reglamentaria, que ya estás frito.

Entonces Agustín, como en todos los dolerse de Dolores, se acerca con la sonrisilla azul translúcida y donjuanera y hace así como que la toma por la cintura sin tomarla y ve en el reflejo de los portones de vidrio que ella ya se ríe por debajo de la nariz como si el espíritu vaporoso de la vergüenza le fuese haciendo traviesas cosquillas en el corazón suyo.

-En cuantito te mueras nos casamos, tonta. Verás que florazas rojas le van a salir a los senderos del cementerio del Pinar. La tierra se va a poner a terremotear de contenta y en el pueblo ya no se va a poder morir nadie más de pura vergüenza. ¿Pero tú no ves que a mí se me aparece la luz esa brillante cada tarde con todas esas angelonas altas y rubias y esos prados de nata y que me doy media vuelta cada vez para venirme a pasar la tarde fumando de cara a la plaza y a esperarte llegar de la escuela? Si es que eres tan bonita, Loli...

-Déjame, malo. Estoy enfadada.

-Pero eso es porque tengo razón, que bien lo sabes tú que a ti como te quiero yo ya no te van a querer. Lo que pasa es que la 'señoa' maestra se tiene que salir siempre con la suya... je. Jeje.

Y entonces ella ya no aguanta y se ríe muy niña y hace así como que lo besa fuerte sin besarlo. Y así cogidos, ella de carne de melocotón y él de purito más allá, ponen el comedor, luego el pasillo y luego el dormitorio de un bonito de morirse.


sábado, 8 de diciembre de 2012

como si todo

A Lola,
infinita amapola del jardín efímero.

En tu rostro, como si nada,
cuando adentro,
amanecen arrasadores
incendios de sangre
donde arboledas y frutos
afloran nuevos
a cada momento.

En tu rostro, como si nada,
cuando adentro,
una lluvia samaritana
aparta sus rumbos
de tu incendio
por no soliviantarlo
ni extinguirlo
sino extenderlo.

Tu rostro, amor,
como si nada,
va despacio,
reflejo del agua clara,
derramando del cielo baldío
sobre estas dunas fértiles
(desierto de la vida nuestra)
la pequeña muerte
desgranada en lágrimas,
un canto de un cisne,
un silencioso rocío.

Así, en la mitad del mundo,
como si nada,
brota esperanzada,
flor extraña de abiertos pétalos,
de la vida su principio.

En tu rostro, como si nada,
cuando adentro,
acaso en la clausura de tus ojos
sanan finales las orillas de las playas
y enferman de continuidad
los límites de los precipicios.


martes, 4 de diciembre de 2012

el pescador y la ola

A David Mariné


Amadeo se dejó caer en cubierta. Las olas cantaban su nana en la madera. La noche era noche tranquila y negra, las luces chispeaban en el puerto de Los Guildivernos como tímidas y quietas luciérnagas. Cruzó las patas mirando a la luna y encendió su pipa, lloraba y bebía de su botellita a ráfagas cortas de imposibles alegrías y de cuando en cuando silbaba la vieja canción de pesca acompañada por el ruido de los carretes y los chapoteos de los peces. La noche era noche tranquila y negra.

De entre todas las olas, una mostraba su línea de espuma más de plata que las otras, y a poco de estallar en la barca se retiraba un tanto y luego volvía idéntica con la vergüenza intacta y descendiendo sinuosa por el reflejo lunar. Amadeo la advirtió enseguida entre las otras olas comunes y sacó la cabeza sobre estribor escrutando el agua con los ojos enrojecidos. Abrió la boca ampliamente y dejó aflorar un trocito de oscuro amadeo.

Vino aquella ola solitaria con su larga estela de sal a quedar quieta junto a la barca y Amadeo extendió un dedo tembloroso que se adentró en el océano a través de la espuma. La ola se arremolinó complacida en su mano dejando lágrimas de mar en el dorso, en la muñeca y en el antebrazo. Amadeo esperó así un instante largo en la mitad de la noche, aquella ola y él eran lo único vivo en la inmensidad de la madrugada. Llevó después su mano al rostro y respiró profundamente como una primera bocanada de superficie después de una eterna y angustiosa zambullida. Volvió a abrir la boca ampliamente para que esta vez aflorara en lugar de oscuros amadeos un sutil y luminoso siseo de oleaje. Luego aquella ola retrocedió despacio. Como un sueño ligero desapareció con el alba dejando al pescador convertido en caracola.

La noche era aurora tranquila y clara.


lunes, 3 de diciembre de 2012

lo que no puede ser


Yo imagino el sabor de tus aguas transparentes como el tranquilo paseo marítimo
donde una vez sembrados los barbechos de mis labios por la sal que trae polizona la brisa
transcurre mi lengua su encarnada travesía de horizontes y aprehende las partículas salinas
que hablan de ti y de tus sonrojos con precisión meridiana y también un mucho de mimo;
así mi saliva, desembocadura de tus enloquecedores meandros,
va devolviéndote arropada por la catarata a este herrumbroso desguace tras mi costillar
donde autos de época amontonados ya intercambian su robín y los silencios de los cláxones
por encabritados motores, largos senderos y sonoros besos en los autocines.

Yo imagino la piel de las paredes de ti hecha enteramente de cielo abierto y libertad,
un resquicio en la mitad del límite por el que fugarse de madrugada
de este mundo posible donde nada puede ser,
perfumado pórtico de la manzana que entreabierto arroja un hilo de luz a este pozo de mí
como una cuerda salada de oro y de lumbre que tomo con las manos magulladas
y ya despacio, por el largo muro de oscuridad donde refulgen uñas arrancadas,
voy llegándome a tu cuerpo, que no imagino sino conozco lleno de ti.

Porque yo no te imagino, muchachita del confín,
yo te invento idéntica a como tú eres, te creo sin fallos, es decir maravillosa e imperfecta,
así hago de este mundo posible donde nada puede ser
acaso sólo un mínusculo rinconcito de ti y de mí, pero eso sí, donde todo sea.