lunes, 4 de marzo de 2013

veinte años de amor y una noche desesperada


Llegué a la casa muy tarde, la ciudad callaba como una vieja histérica que amordazada aúlla silencios encendiendo histérica sus ojos de amordazada luz de farola. En mi puerta pendía una nota amarilla y cuarteada, parecía tener la edad del mundo, así que la tomé despacio con la humana estupidez de quien toma un pájaro muerto despacio por no estropear su plumaje. Alguien había escrito: ¿por qué en lugar de llenar su cuerpo de arañas decides tomar su mano como un niño imbécil?¿de qué quieres salvarla, niño imbécil? ¿de qué pretendes salvarte tú, niño araña?


yo sabía que podía escribir
los versos más tristes esa noche,
ah, aquella noche tu voz
fue un cubil de embriaguez
del monstruo mío que bebe unicornios,
supe que podía escribir
los versos más tristes esa noche,
mas no escribí nada
y Pablito Neruda fue nombre de una calle
en que aquella noche corrí
en tu búsqueda
y de ti supe que los versos
pueden ser con lengua, niña,
y nada tristes.

tú odiabas las metáforas del pájaro
-eras de veras y de Tierra-
y yo fui un mierda
y dije que adentro tuyo soy un pájaro
que alto vuela bajo aguas termales;
aún así tus versos esa noche
también fueron con lengua, niña Tierra,
y nada tristes.

tú odiabas las metáforas del bosque
-eras de veras y de flores-
y yo fui un mierda
y dije que mi amor por ti
era el cadáver de un ciervo blanco
que muerto alimenta de vida a los almendros
y aún así tus versos esa noche
también fueron con lengua, niña flor,
y nada tristes.

yo sabía que podía escribir
los versos más tristes esa noche,
aquí en el barranco de esta lengua
que en su exiguo límite había escondido
veinte años del amor tu nombre,
ah, pude escribir
los versos más tristes esa noche,
pero decidí no escribir más nunca,,
esa noche desesperada
yo era un mierda desesperado
que acaso pudo escribir los versos más tristes,
pero tú fuiste tú aquella noche
en que tus versos escribieron con lengua
veinte años de amor, niña,
y nada tristes.

aquella noche desesperada
yo decidí no escribir más nunca,
aquella noche desesperada yo fui poeta, niña,
y nada triste.



2 comentarios:

  1. Podemos besarnos o tocarnos toda la dentadura.
    Me ha gustado mucho, en especial pájaros y bosques.
    ;)

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  2. Pablo Lechuga vivió en Isla Negra, conozco su casa, el tour cuesta 20 euros y vale la pena, ahí el hombrón escribió su paja, es buena, el gordo amaba los mariscos y ahora van a exhumar su cadáver pues hay sospechas que lo mandó a matar el régimen militar, yo fumé marihuana afuera de su casa y me quedé dormido una noche en la playa de Punta de Tralca que está al lado norte, ay tete, esto viene al caso, el verso con lengua se da cuando creemos que la mujer nuestra no contesta los teléfonos, cuando el amarillo de sus ojos se convierte es un aguacero de vertientes y semáforos a punto de morir de estreñimiento, el verso con lengua y la niña y el vendedor de manifiestos, voto por ti germà en este y en el otro mundo, estamos sangrando fístulas y ellas lo saben, un día abrimos un blog de poesía y caímos en la trampa, suicidamos la máquina de escribir, la antigua, la negra, amordazamos la llama que nos protegía y hoy estamos traficando palabras y la ventaja tuya querido es que lo haces con lengua y gallardía y la mujer lo sabe, somos simios, monos con navajas, pero sabemos amar, nadie ama como nosotros, nos gusta el llanto entre las piernas, secarnos los mocos con un coño mojado, quedar convertidos en mar, en canción desesperada que entona los veinte poemas de dolor y una traición encadenada, weón de mi alma...

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