lunes, 10 de septiembre de 2012

a la belleza se la llevó el viento


Las cabras están recogidas y empieza a refrescar. Traigo algo de queso y unas hogazas de pan. Tomad. Es buen vino. Dejad que encienda mi pipa y os hable de Carlota.

Ay, Carlota, Carlota...

Pensó que desnuda era hermosa, que la ropa era un sádico excedente de todo ese amasijo de educación que desde niña venía pesando como una jaula. Y bueno, se desnudó. Y corrió colina abajo con grandes y obscenas sacudidas de los senos, parecían dos de los globitos llenos de agua del río con que se divierten esos niños gilipollas que juegan en verano junto al cauce a pisar a las culebras. Y su sexo húmedo -ah- brillaba como las aceitunas a la luz de aquel sol de agosto, y los destellos cegaban a los parroquianos que salían de la tasca con palillos entre los dientes, la copa vacía y una pena irreparable en el corazón. Y la llamaban puta y escándalo con cariño sin necesidad de levantar la voz en la calle vacía y los oían desde la pastura y desde el aserradero y desde la cantera y desde la iglesia los otros hombres, y en las ventanas acotadas por jazmines las mujeres asentían silenciosas y algo ufanas abandonando unos minutos sus ruecas. Pensó que desnuda era hermosa, y corrió colina abajo hasta el pueblo para vivir para siempre y ser penetrada entre los naranjos por los muchachos que roban naranjas. Pensó que desnuda era hermosa, que la tierra y su piel olerían siempre a fruta abundante y que la pureza era sólo una palabra más en boca de los que se acobardan.

Pobre Carlota.

Tomad un poco más de vino. Este año salió muy rico. Aquí hay más queso.

Pero en su ropa, abandonada como banderitas al viento en una piedra de la mitad del monte, habían pétalos dejados secar en los bolsillos, algunas piedras de colores del arroyo, tres fotografías de su madre de antes del accidente, un tenue olor a limpio y todas aquellas cartas a pluma de Damián -el hijo de Ramón el de la botica, el que se llevaron las milicias- atadas con hilo y enlazadas, con la tinta corrida siempre en el adiós, Carlota, te amo siempre. Todas ellas. Y eran muchas. Un montón. Una locura...

Y... pues eso, su ropa abandonada al viento en la mitad del monte sí que me pareció hermosa, mira. Pasaba por allá con mis cabras y os juro que no pude evitar enamorarme en seguida de aquel revuelo tan sincero y simple a merced del aire. Coñe, si eso no era belleza, no sé yo qué lo es... Veréis, un servidor es tan sólo un pastor de cabras, es lo que he sido toda esta vida de Dios con cabras o sin ellas -y a mucha honra-, pero sé lo que digo cuando os aseguro que era esa belleza en particular de Carlota, esa en concreto, a la que escribía Damián cuando en pleno agosto y a deshora se acercaba a las trincheras  sinuosa la reputísima Muerte -también desnuda y hermosa, dirán todos esos bohemios y artistas de la ciudad, je...-. A esa belleza, sí señor. Y sólo a esa.

Ah, si hubiérais visto a Carlota con su blusa de algodón y su faldica azul cielo y sus botas de agua, sentada arriba de la colina leyendo cartas...

 ...

Y ahora bebed, coñe. Se acercan desde el campanario unas nubes negras del copón bendito y este queso hay que terminárselo como que me llamo Damián.

13 comentarios:

  1. En su simpleza y en ese queso radican la belleza.

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  2. Coñe, que me había hecho la idea de una pasión fetichista. Coñe, que no me imaginaba que ya eras Damían. Coñe, que Carlota es mi mamá!

    Besos.

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  3. miguel hernandez sonríe. yo te abrazo.
    qué bueno tete¡¡¡
    besos.

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  4. La belleza de Carlota y un micropene, mala conjunción para una relación, pobre Carlota insatisfecha.

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  5. Sigue comiendo queso, a lo mejor te crece el pelo o...... quien sabe si algo más.

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  6. mi padre es Darthvader!!! Tio, muy raro todo,no?

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    1. Está de un raro el mundo que tumba, querido. Darth Vader es mi tío, no te digo más...

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  7. En este mundo no eres nadie hasta que no te disparan un vulgar insulto en público. Alegrate Chus a ti te han disparado dos, ahora eres a la escritura lo que Jesus a la Biblia.
    Un beso y de nuevo bello y precioso escrito, bellisimo, tierno con sabor a tierra y vendimia.

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    1. Gracias de nuevo, Carolina. A mí también me gusta cómo ha quedado. Mil besos.

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